Hace sólo tres años Sandra Sánchez estuvo a punto de quedarse fuera de la selección de kárate para el Europeo de 2015. Acababa de proclamarse campeona de España en kata por primera vez en su carrera, pero ya tenía 33 años y el seleccionador de aquel momento pensaba que no tenía suficiente proyección a largo plazo como para ‘gastar’ un billete con ella. Decir que fue y además ganó sería ya extraordinario, pero lo que ha seguido se escapa a cualquier adjetivo: lleva cuatro años seguidos siendo campeona de Europa, ha cerrado los últimos cuatro años como número uno del circuito mundial, desde marzo es la número uno del ranking todos los tiempos y, desde este sábado, es al fin campeona del mundo.
Es un sueño que empezó en 2002, cuando Sandra Sánchez (Talavera de la Reina, 1981) asistió como espectadora al último Mundial de kárate que se había celebrado en España. En 2016, ya como doble campeona de Europa, pisó por primera vez ese tatami y se llevó el bronce en Austria. Y ahora, de vuelta a Madrid, ha conquistado ese oro que, si no se había atrevido a soñar en la grada, sí había fantaseado con él en las últimas semanas. Llegaba como principal favorita y ha derrotado en la final a la japonesa Kiyou Shimizu, campeona del mundo en 2014 y 2016.
Y pensar que hace sólo cuatro años todo eran dudas. No sólo del seleccionador de entonces, sino más importante, suyas. Porque después de tanto tiempo intentando entrar en el equipo nacional y de escuchar que sí, que era buena, pero no lo suficiente, Sandra Sánchez llegó a pensar que a lo mejor quien estaba equivocada era ella. Después de todo, con 33 años aún no había sido siquiera Campeona de España.
Hay dos momentos que marcan la carrera de Sánchez. El primero fue cuando Paquito se apuntó a karate. Sandra tenía cuatro años y sus padres querían que fuera a baile, una cosa ‘más de chicas’, pero ella quería hacer lo mismo que su hermano mayor. Lloró y lloró hasta que el maestro le propuso a sus padres que entrenara con ellos unos días, que ya se cansaría y se le pasaría la rabieta. No parece que vaya a llegar el día.
El otro momento fue el Open de Dubai de 2014. Viajó más por dejarse ver que por competir. Para que los jueces fueran familiarizándose con ella y vieran cómo trabajaba, un detalle que también pesa en los campeonatos. Y se acabó quedando. Al terminar su participación, unos hombres se acercaron para ofrecerle competir con su club en la Premier League de kárate y entrenar a los niños. Podría dedicarse por entero a su carrera, algo muy poco común en el kárate español, donde suele compaginarse con los estudios o un trabajo para subsistir. Se pudo permitir vivir como una deportista de élite.
A decir verdad el cambio había empezado unos meses antes, cuando después de mucho insistir logró que Jesús del Moral accediera a entrenarla. El hoy seleccionador nacional de katas cambió por completo sus métodos de trabajo y, en el primer Campeonato de España bajo su tutela, conquistó el oro. Fue el inicio de un año rompedor: plata en el evento de la Premier en París, bronce en los Países Bajos y al fin, un mes antes del Europeo, el oro en Egipto, su primer título internacional. Desde enero de 2015, Sandra Sánchez enlaza 34 eventos internacionales sin bajarse del podio. Contando los nacionales, en este tiempo ha atesorado 56 medallas: 39 oros, 7 platas y 10 bronces, siendo cada año campeona de Europa y número uno del ranking mundial.
Faltaba este oro y sólo falta ahora la medalla en unos Juegos. El kárate será por primera vez deporte olímpico en Tokio 2020. La clasificación empezó el pasado mes de julio y este título es ya una primer escalón hacia una cita que afrontará con 39 años. ¿Demasiado mayor? La última vez que le dijeron algo así Sandra Sánchez acabó llevándose el oro de un Europeo.
La otra estrella española en la inolvidable jornada fue Damián Quintero, plata en kata individual, sólo superado por el japonés Ryo Kiyuna. El nipón ya suma tres títulos mundiales. Hasta hace tres años, Quintero trabajaba como ingeniero de cálculo en una empresa aeronáutica. Su labor era calcular la resistencia de piezas defectuosas y decidir si podían repararse -porque en un avión nuevo no todo es a estrenar- o había que desecharlas. Trabajaba de siete de la mañana a tres de la tarde y se iba corriendo a la Residencia Blume para comer rápido y echar horas sobre el tatami. En 2015 pidió una excedencia para luchar por el título que a punto estuvo de lograr este sábado.
Quintero tiene casi todo en un palmarés que ya atesora 95 medallas. Cinco veces campeón de Europa individual (2013, 2015, 2016, 2017 y 2018); cuatro veces campeón por equipos (2005, 2013, 2014, 2015); campeón del mundo por equipos en 2014 y plata individual en 2016.
Damián Quintero nació en Buenos Aires (1984), pero en su acento no queda rastro porteño. Cuando tenía cinco años la familia se marchó de Argentina por culpa de la crisis económica. La idea inicial era irse a Australia, pero aterrizaron en Madrid y acabaron en Torremolinos. Su madre vio en el kárate una salida para templar a un chaval demasiado travieso, pero al primer intento les dijeron que Damián todavía era demasiado pequeño.
Al año siguiente allí estaba. Se proclamó campeón de España infantil con sólo 12 años y desde entonces sólo ha bajado una vez del podio en los campeonatos nacionales. Desde que debutó en categoría sénior en 2003, siempre ha tocado medalla. Ocho han sido de oro y las últimas seis de manera consecutiva. Tres de ellas, al mismo tiempo que trabajaba como ingeniero aeronáutico. Lo suyo tiene mucho mérito.
El Mundo España