El nombramiento del maracucho Peña Parra en un puesto de altísima jerarquía en la Iglesia Católica, nos puso muy contentos, pero ha querido el destino recibirlo, en su nueva chamba, con dos “bombitas” sobre las que tendrá actuar.
La primera es la propuesta del régimen venezolano de nombrar a Roy Chaderton como su representante en el Vaticano. En condiciones normales esto no habría sido problema, pues no sería el primer embajador amanerado y engreído que el Vaticano ha tenido que soportar.
Pero se da el caso que Roy es una sabandija roja que ha chupado dineros y privilegios como solo él sabe hacerlo y representa al lado oscuro y podrido del régimen. De manera que la oposición venezolana considera que el Vaticano no debería aceptarlo como embajador y se han enviado serias comunicaciones para evitarlo.
La influencia de Monseñor Peña seguramente se hará notar, pues conoce muy bien la situación de Venezuela y sabe perfectamente que, si Chaderton entra al baile, su Santidad seguiría haciendo mérito para que pensemos que ayuda más a Maduro que a nosotros. Dicen que una solución diplomática es demorar la decisión, así que tendremos que esperar. Suena factible pues además, sería trato recíproco al que el régimen hizo con Monseñor Baltazar Porras.
El otro difícil caso que enfrentará Peña es el de Asia Bibi, puesto que, por haber sido nuncio en ese País, conoce bien el complejo escenario de Pakistán. Asia Bibi es una mujer paquistaní con la rareza de ser católica romana, y de las bravas, en un País en el que el 97% son islamitas. En 2009 tuvo un altercado con unas personas y la acusaron de decir blasfemias al Profeta. En 2010 la condenaron a muerte, pero el asunto se enredó por falta de pruebas y hace poco la absolvieron. Esto causó un gran enojo en la población y multitud de protestas y han tenido que retenerla y abrir de nuevo el juicio y de aquí en adelante Asia, parece, lleva las de perder.
El rechazo mundial a este caso de intolerancia y barbarie existe, pero el fanatismo religioso es inmenso en estas regiones. Para nosotros no es fácil entender que se condene a muerte a alguien por una blasfemia, pero así son las cosas de la media luna. Peña estuvo desde 2011 a 2015 en Pakistán, así que conoce muy de cerca este caso. A Bibi le han propuesto varias veces se convierta al islam y así salva el pellejo, pero hasta ahora ha mandado a todos al carajo.
Aunque en principio no lo parezca, el absurdo caso de Bibi se repite en Venezuela. Aquí también un grupo de fanáticos se consideran los elegidos y poseedores de la verdad y todos los demás que se les oponen merecen ser castigados. Así, a algunos los poner presos, otros deben esconderse o huir a otro País y a otros los matan sin remordimiento tal como sucedió con centenares de jóvenes en las calles o con los emblemáticos Pérez y Albán.
Los venezolanos debemos derrotar al fanatismo y volver al mundo civilizado de las libertades y de la democracia. Poco a poco se reconstruye la unidad nacional y cada vez es más claro para todos que lograr una solución racional es imposible con estos individuos sin moral. El aroma de una victoria crece y eso anima a la unión.
Tal vez sea ya la hora de escoger, con un sistema propio, a una junta de transición. Allí también estaría la unión requerida y que tanto exigen los ciudadanos.
Eugenio Montoro – montoroe@yahoo.es