Sistema político venezolano vencido y dañino. Por Leandro Rodríguez (@leandrotango)

¿Qué es un sistema político? Básicamente, es la organización del poder, la relación entre gobernantes y gobernados, de allí depende la funcionabilidad del país. Así, Venezuela posee una organización y relación realmente lamentables, nuestras dos últimas constituciones (61’ y 99’) son un calco, una oda al atraso político, a la proliferación de caudillos que dejan onda huella de pesares en nuestra historia, hasta que no modernicemos al país estaremos expuestos a más y más chavismos.

 

En primer lugar, debemos equilibrar el poder, dese cuenta que las naciones que hoy gozan de estándares altos de calidad de vida tienen como eje transversal una división estricta de los poderes públicos, no existe un supra poder que se imponga sobre los demás, generalmente, 3 poderes han bastado; el legislativo, ejecutivo y judicial, cada uno con competencias claras y en cooperación, eso sí, cuando uno de ellos trasgrede sus funciones los otros dos tienen capacidades y potestades de imponer la ley. Los parlamentos son por antonomasia el poder más activo en una democracia porque en él yace la verdadera diversidad de la nación.

 

En segundo lugar, debemos superar las ideologías, hoy día, continuar hablando doctrinalmente de derechas e izquierdas es un absurdo monumental, la utilización de estas nomenclaturas es simplemente nominal, en la práctica se impone lo pragmático. Los países nórdicos son una buena referencia, las propuestas partidistas se centran en las necesidades reales de su población, tanto que es difícil distinguir cuáles son los de “derecha o izquierda”. Con partidos avocados al pragmatismo económico y político sus sociedades exhiben excelsas calidades de vida como producto de haber superado las inútiles, idiotizantes y mal intencionadas ideologías políticas. También dese cuenta que los regímenes dictatoriales son quienes echan mano al recurso ideológico a fin de adoctrinar al pueblo, incluso desde la educación inicial.

 

En Venezuela, nuestras cartas magnas imponen un presidente absolutista, con funciones insensatamente heroicas, pues no exigen ningún perfil, solamente una endeble nacionalidad, le atribuyen el control total de la economía, las relaciones internacionales, el control de la FAN, es el jefe no solo del gobierno sino del Estado, administra las arcas públicas, las finanzas, goza de reelección indefinida, entre un sinfín de competencias más, aunque muchas de ellas deben contar con el aval del parlamento, posee recursos que le permite imponerse por encima de los otros poderes. Poseemos un sistema presidencialista vetusto, vencido, que contamina gravemente la democracia, valga decir, sus consecuencias no se pueden ocultar. Fíjese, en lugar de 3 son 5 los poderes públicos amén de nuestra peor coyuntura histórica.

 

Lo más grave aún, vía “constituyente” no se busca corregir los errores de nuestro sistema político desfasado al interés popular, todo indica, profundizará nuestras malformaciones haciendo que nuestra democracia continúe sirviendo a élites todopoderosas, al mejor estilo de aquel soviet supremo o de la Cuba de hoy, imponiendo a la fuerza supuestos héroes autoengrandecidos que nutren una ideologización cloacal. Nuestra opinión se basa en la cadena de hechos ocurridos en nuestro país los últimos 20 años. Venezuela amerita ser conducida por hombres de Estado, con visiones modernas, pragmáticos, de eficiencia comprobada… no por “ideologizadores” absolutistas, retencionistas del poder.

 

Leandro Rodríguez – @leandrotango

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