El pueblo de San Juan, en la parroquia El Batey, del costero municipio Sucre del estado Zulia, también llora y despide a Luis Adán Valbuena, pelotero de Cardenales de Lara que dio sus primeros hits en esa población zuliana. San Juan se conmociona por haber perdido a su beisbolista, pero también chimbanguelero.
Luis Valbuena murió junto al también jugador José Castillo el Hacha el viernes 7 de diciembre en un accidente automovilístico ocurrido en la autopista centroccidental Cimarrón-Andresote del estado Yaracuy. El vehículo en el cual se desplazaban los peloteros chocó en la vía contra algunas piedras colocadas como obstáculos por delincuentes con la finalidad de robar. El conductor de la camioneta donde iban Valbuena y Castillo perdió el control y se volcaron.
El integrante de la pelota criolla, quien el 30 de noviembre había cumplido 33 años, se fogueó en las calles y estadios de la comunidad afrodescendiente de San Juan, siempre impulsado por su progenitora, Nelly Mireya Valbuena, de 70 años de edad, fundadora de los eventos de la pelota criolla en la comarca surlacustre. Luis Valbuena residía en la vivienda número 7 de la calle Las Neguas de la mencionada población.
El infielder y cuarto bate de los Cardenales no solo será recordado por haber alcanzado la distinción de grandeliga venezolano que bateó en Estados Unidos con Los Ángeles de Anaheim y los Marineros de Seattle —escuela que lo formó y contrató en 2008—, y por haber integrado la plantilla de los Indios de Cleveland, los Astros de Houston y los Cubs de Chicago, según datos de Gerardo Oviedo, sino que también lo evocarán como el chimbanguelero que fue, vinculado a los vasallos que tributan a San Benito de Palermo, y como propulsor de las causas sociales y eclesiásticas.
En las calles de su natal pueblo reinan la consternación y el silencio. Por eso, desde algún punto se difunde el chimbánguele de funeral, propio de la tradición dahomeyana, cuyas máximas representaciones simbólicas llegaron a Venezuela desde África a partir del siglo XVII.
Así lo cuenta Heriberta Arroyo a El Pitazo. Ella es cuñada de Valbuena y actual pareja sentimental de Carlos Andrés Chourio, de 47 años y único hermano del pelotero. De acuerdo con la versión de la pariente, la pasión de Luis Valbuena era tocar la batería del chimbánguele, con los golpes de Chocho, Ajé, San Gorongome vaya, Chimbanguelero vaya, Misericordia y Cantica, durante las celebraciones anuales en homenaje al santo negro que la Iglesia católica y los pueblos afrodescendientes realizan cada año desde el 20 de diciembre, con una fiesta central el día 27, hasta el Día de Reyes del siguiente año.
“Cada vez que venía en diciembre, tocaba y paseaba al santo, aclamado con letanías, y les daba juguetes a los niños de su comunidad. Era de los que hacían aportes sin hacer publicidad, porque les daba becas a niños prospectos peloteros y ayudaba a pacientes oncológicos que no podían pagar los tratamientos para combatir el cáncer”, narra Heriberta Arroyo con la voz entrecortada.
Otra de las acciones que se recuerdan de Luis Adán Valbuena, según lo refiere Arroyo, es el aporte económico que hizo para restaurar la iglesia de San Juan de la comunidad. Así, se pudo recuperar el color de las paredes, colocar el portón del enrejado de los coloniales ventanales de madera y hasta sustituir las bancas donde hoy sus coterráneos oran por el eterno descanso de quien tanto aportó para el bienestar común.
Valbuena también apoyaba económicamente a las cofradías de los pueblos sambeniteros para mantener viva la tradición ancestral, según declara el presidente de Fundavasallos, Marcial Briceño.
Su apego a la tradición del santo negro es herencia de familia. “Su abuelo Asdrúbal Chourio era uno de los abanderados, y su madre, Nelly, también fue mayordoma en una ocasión. En la cofradía de San Juan, que tiene 24 años de fundada, Luis Adán se inició tocando todos los tambores, principalmente la requinta. Este municipio ha perdido un gran baluarte porque viene de una familia cien por ciento chimbanguelera, sambenitera. Siempre tenía la visión de ayudarnos a celebrar cada año la fiesta en homenaje a San Benito y de proporcionar cualquier beneficio. Por ejemplo, en dos ocasiones le pagó a toda la comunidad de San Juan las cajas de alimentos del Clap”, interviene de nuevo Arroyo.
La cuñada del grandeliga hace su relato mientras en el estadio de béisbol de Barquisimeto, estado Lara, despiden con honores a los beisbolistas y en los momentos de dolor nacional, cuando la indignación de un país crece al descubrir, por emisión de noticias oficiales y unas redes sociales desbordadas por el asombro, el modus operandi que malhechores y criminales ejecutaron para acabar no solo con dos seres humanos, sino con cientos de sueños.
De la misma manera vil ocasionaron la muerte de la actriz Mónica Spear y de su esposo, la del comediante Jesús Adrianza y la de la periodista María Rengifo, además de la de otros deportistas y artistas.
“Esta práctica de producir la muerte la realiza un hampa sin control, que prevalece en la Venezuela sin valores, con una inseguridad terrible y en medio de la crisis económica más drástica de toda su historia”, denuncia Arroyo.
El Zulia, Venezuela y el mundo lloran, pero sobre todo las poblaciones cercanas a El Batey: Caja Seca, Bobures, Gibraltar, Santa María, entre otros poblados donde le rinden pleistesía a San Benito. En estos poblados y caseríos saben que se ha perdido a un hombre ejemplar, padre de dos hijos:uno es de la primera unión sentimental, llamado Adán John, de 12 años y cursante del primer año de la preparatoria; el segundo, de 6 años de edad, nació durante su segundo matrimonio, con la barquisimetana Mayela, con quien residía en Orlando, Florida.
La familia espera la llegada desde Estados Unidos de los dos hijos de Valbuena y de su esposa para darle sepultura. Quizás en el camposanto principal del estado Lara aspira a verlo la comunidad de San Juan. Quizás aspiren a despedirlo aunque sea con la mayordomía y los capitanes, con toques de las requintas o el redoblón. Quizás alguien recordará que fue en el panteón familiar del cementerio Virgen del Carmen donde hace dos años Valbuena acudió a la sepultura de su abuela Francisca Chourio, en el sector Monte Adentro, de San Juan de El Batey, para homenajear su memoria, y que fue en este pueblo donde jugó sus primeras caimaneras e inició su preparación hasta alcanzar la gloria deportiva.