El mal ha sido un fenómeno, que siempre ha llamado la atención, de la humanidad. Uno de los primeros en analizar este asunto fue Sócrates. Como se desprende de los Diálogos de Platón, el maestro griego atribuía el mal, a la ignorancia.
Señalaba que los humanos somos malvados, por carecer de la sencilla de la razón, es decir, que no conocemos qué es el bien, que por ignorantes no sabemos o no entendemos como vivir conforme a él. Expresa que el malvado no sería tal, si tuviera verdadero conocimiento de su error. Si fuera consciente de que vivir éticamente es la mejor manera de vivir, no optaría por la maldad.
Aristóteles, en cambio, tenía como piedra angular de su ética la moderación. Para el filósofo macedonio, es en el justo medio entre dos diferentes extremos donde se haya la virtud. Donde el ignorante por ser ignorante desconoce lo que es la moderación como tampoco la virtud.
Lucifer, que en hebreo significa “portador de la luz de la mañana” o “verdad antes de conformidad”, era un ángel caído. En un principio, era el hijo predilecto de Dios. Su transformación es narrada en Isaías donde Luciferes arrojado del cielo por dirigir un gran ejército de ángeles descontentos contra Dios. De allí que recibe el nombre de Satanás que significa “enemigo” o “adversario” y es expulsado a la tierra y al infierno.
Entonces cuando hablamos de la ignorancia, no podemos evitar hablar sobre el mal y el bien, ya que no existen uno sin el otro y estos por la ignorancia. Esto nos lleva a un problema en el que se juegan cuestiones éticas, morales y de cómo se construye la subjetividad de las personas. Es indudable que se trata de un término en el que vamos a encontrar una serie de fenómenos personales, sociales e históricos donde aparecen asesinatos, violaciones de toda índole, guerras, genocidios y todos aquellos actos que se caracterizan por poner en juego lo siniestro; es decir, la perversidad propia del ser humano. Históricamente se ha abordado la cuestión del mal tratando de fundamentarlo desde una fuerza diabólica sobrenatural o por lo contrario, formando parte de nuestra estructura genética, cuando ha sido fruto de la ignorancia.
Por ello creemos necesario sostener que su posibilidad es propia no de la condición del ser humano, sino el fruto de las capacidades subjetivas construida por la ignorancia, que construye a su vez, su propia cultura.
Por ello, la memoria es necesaria no para mitificar el pasado sino para recordarlo y a partir de ahí entender el presente y poder pensar un futuro diferente
La cultura, actual nos genera incertidumbre, la angustia de vivir en un País, que es un permanente presente, donde no existe un pasado, pero tampoco un futuro.
La memoria es importante, una de las cosas que aparece en la sociedad actual es el olvido. La memoria es necesaria, para recordar el pasado y a partir de ahí entender el presente y poder pensar un futuro diferente.
Johnny Galue / @COOTUR