Demasiadas fechas dolorosas pesan sobre la historia venezolana reciente y, por las redes sociales, Bony Simonovis lo recuerda a través de diez preguntas que esperan respuestas desde hace diecisiete años. Día Mundial del Parkinson que actualiza la suerte de todos nuestros hermanos afectados por las enfermedades neurológicas, el 11 de abril nos remite también los dramáticos acontecimientos hundidos por la versión oficial.
Desde sus inicios, la otrora enmascarada dictadura perdió la calle reforzando todos sus temores y, lejos de rectificar, deliberada y empedernidamente profundizó el modelo y la estrategia del anti- desarrollo, ahogando las libertades públicas, que ha culminado en la actual y prolongada catástrofe humanitaria, el terrorismo psicológico, la represión y la (auto) censura. Puede decirse, las autopistas quedaron por siempre angostas para protestarlo y el barril petrolero a cien dólares, le permitió postergar por un tiempo más el desenlace, incurriendo en una nueva estafa tras financiar una gigantesca clientela que tampoco, ahora, ha podido salvarse abultando prematuramente los cementerios y la diáspora, huyendo – muchos – avergonzados de las banderas chavistas que enarbolaron y – no pocos – orgullosos del saqueo que protagonizaron.
Guerras, como las de la Independencia o de la Federación, no tuvieron consecuencias tan nefastas, respetadas las circunstancias históricas que las produjeron. La del siglo XXI, ya demasiado evidente en el ramo de la que llaman de cuarta generación, sigue – exhausta – su curso, sabiéndose en sus capítulos postreros.
De las preguntas en cuestión, hay varias que bastan para otra edición del proceso de Nüremberg, relacionadas con la aplicación del Plan Ávila, la autorizada actuación de los francotiradores (Arias Cárdenas dixit), la posterior amnistía de los pistoleros de Puente LLaguno, la orden dada para condenar tan injustamente a los comisarios Vivas, Forero, Simonovis y otros modestos funcionarios policiales. Empero, el mismo Chávez Frías, inventándose una estatura estratégica que le permitió regodearse ante los suyos, el 15 de abril, confesó que había creado una crisis estimó como necesaria.
La consabida decisión del Tribunal Supremo de Justicia que el miraflorino calificó – aún – con lo mejor de su lenguaje escatológico, o el informe opositor que dio al traste con el de la comisión especial del parlamento de entonces, resultan insuficientes para apreciar, en toda su amarga hondura, los eventos de abril. Quizá buena parte de la documentación haya sido destruida, incinerada o preservada por manos misteriosas para el chantaje, esa suerte de póliza de seguro de natural empleo entre las mafias, pero no tardará demasiado en conocerse la verdad esencial de los hechos aportando al trauma nacional que significará el desalojo del poder: inevitable tramo, debemos andarlo para superar definitivamente una etapa, una larga etapa que jamás debemos repetir.
Luis Barragán / Diputado AN / @LuisBarraganL