Luego de una pausa obligada de la rutina escolar, tras los dos megaapagones que afectaron el país durante el mes de marzo, el regreso a clases en el estado Zulia para los tres hijos del periodista Mario Pérez Chacín siguió siendo atípico.
Por los grupos de WhatsApp de padres, así como a través de un comunicado pegado en la entrada del colegio privado donde estudian los chamos, ubicado en el sector Sabaneta de Maracaibo, el pasado 5 de abril les informaron que solo recibirían a los alumnos dos días a la semana por dos horas, ya que el resto del tiempo no tendrían certeza de contar con electricidad y agua.
Mario, que tiene tres hijos en segundo y tercer grado de primaria, y primer año de bachillerato, solo celebró que los horarios de los tres coincidieran para no tener que realizar diversos viajes de la casa al plantel: “Ya el traslado se dificulta porque mi esposa no maneja y es mi papá, con 74 años, que los lleva y los trae al colegio”, relató.
El comunicador social explicó que el plantel, que forma parte de una congregación religiosa católica, no cuenta con los suficientes recursos para adquirir una planta eléctrica.
Explicó que aún en estas circunstancias, en casa continúan inculcándole a los chamos que estudiar es importante. “Mi esposa es maestra de preescolar y es de la que piensa que aunque se esté cayendo el colegio, reciben a los alumnos. Ella trabaja en una escuela pública y desde hace dos años no tienen luz porque les robaron el cableado eléctrico y Corpoelec no ha podido reponerlo”, contó.
Alta inasistencia
Atilio Rodríguez, director de la región occidente del programa de escuelas de Fe y Alegría, relató que el servicio eléctrico en el Zulia solo dura entre cuatro y seis horas cada día, hecho que condiciona la dinámica de todos los actores de la comunidad educativa.
Agregó que esas condiciones afectan también el servicio de transporte, ya que se originan largas colas para cargar combustible: “Tampoco hay agua potable porque la recolección depende de que las bombas funcionen”.
Por estas razones, en las últimas semanas la asistencia ha rondado apenas 30% situación que les preocupa al movimiento educativo.
Rodríguez indicó que, a pesar de todo el contexto, los centros educativos permanecen abiertos, apostando a horarios flexibles, “y atendiendo al que pueda llegar”. También se han aplicado horarios flexibles.
“Cada escuela según su realidad ha creado un plan de contingencia para gestionar en la emergencia con apoyo en proyecto con Unicef. Quienes han dotado a los centros de un kit deportivo y otro de atención a la primera infancia. Además se está atendiendo la situaciones psicoemocionales de los actores del centro en el marco de este proyecto”, comentó.
“Queremos resaltar el valor tan importante que están haciendo todos los trabajadores del centro educativo, a quienes de por sí no les alcanza la quincena para dos días de comida balanceada y, sin embargo, hacen todos los esfuerzos para mantener la atención de los niños, niñas y adolescentes”, concluyó.
Efecto Cocuyo