En el municipio fronterizo Guajira del estado Zulia, las fallas en el sistema eléctrico afectan las actividades escolares, los centros hospitalarios, las telecomunicaciones, el transporte público y ha cambiado la vida cotidiana de sus habitantes.
Los mega apagones que se registran a diario en la localidad han obligado a cientos de familias de la Guajira a retroceder a sus costumbres tradicionales.
Los cortes eléctricos prolongados por largas horas obligan a los habitantes de la Guajira venezolana a retomar nuevamente las costumbres de cocinar en leña, utilizar chompín que se hace con gasoil, y telas de algodón que sirven para alumbrar. Ellos manifiestan que la situación de la luz es desgastante, porque al caer la noche deben desvelarse para cuidar sus bienes (cableados), ya que en repetidas ocasiones han sido víctimas del hampa que reina en la región.
En esta entidad fronteriza los cortes programados anunciados por el gobernador del estado Zulia, Omar Prieto, no se cumplen porque más de 70 % de las comunidades de la Guajira llevan más 96 horas sin fluidos eléctricos.
Ada Luz Fernández, habitante de La Guajira, manifestó que la crisis eléctrica que se vive en el municipio cada día agudiza más. “La situación de la luz es una pesadilla que estamos viviendo todos los días, se habla de unos apagones en el país, pero nosotros no hemos salido del primer apagón que ya cumplió dos meses. Volvimos a cocinar en leña, porque el precio del gas doméstico está por las nubes; tratamos de dormir en las enramadas, pero los zancudos nos roban el sueño”, expresó Fernández.
La crisis eléctrica ha desequilibrado las jornadas laborales en las instituciones públicas y privadas de la región. Las instituciones educativas se vieron en la obligación de reducir los horarios escolares porque la mayoría no cuenta con agua potable. Esto ha generado gran preocupación en los padres y representantes, ya que sus hijos están propensos a perder el año escolar 2018-2019.
La salud no escapa de esta realidad, la mayoría de los centros hospitalarios no cuentan con plantas eléctricas, lo cual dificulta a muchos pacientes que acuden a realizarse exámenes hematológicos. De los cinco centros de salud que hacen vida en la Guajira, solo el hospital Binacional de Paraguaipoa cuenta con planta eléctrica que se activa en caso de emergencia.
La otra secuela de la crisis eléctrica en esta localidad es el tema del agua potable que ha generado incertidumbre en la población. Denuncian el alto costo del líquido, ya que la escalada de precios es indetenible. Una pipa de 200 litros oscila entre los 6.000 bolívares soberanos. Las quejas de la población han sido en sido en vano porque las autoridades no ha dado respuesta alguna.
“Esta situación nos induce a la depresión, porque las comodidades que nosotros gozábamos han desaparecido paulatinamente y, en mi caso particular, me ha tocado utilizar la creatividad para ingeniarme formas de cómo iluminar mi casa. Para poder descansar lamentablemente no hay energía. Nos toca apelar por la enramada afuera, ya que adentro se concentran los zancudos y hay demasiado calor… la crisis de la luz ha generado un desgaste físico que se refleja en nuestros sitios laborales”, narró Juan José Montiel, habitante de la Guajira.
La comunicación no escapa de esta realidad; en la Guajira venezolana en varias oportunidades los habitantes pasan más de una semana incomunicados porque las líneas telefónicas de Movilnet, Digitel y Cantv no funcionan. Muchos usuarios acuden a las líneas telefónicas colombianas para comunicarse con sus seres queridos.
La Guajira sigue resistiendo, a pesar de que el 12 de octubre aún está lejos. La evidente crisis agobia a todos por igual, desde pequeños a grandes.
El Pitazo