Nos encontramos con una oposición en etapa cíclica, donde sus actuaciones orbitan en sanciones y actos esporádicos, mientras el régimen pasó de una etapa de estudio, desde que Guaidó asumió la presidencia interina, a una etapa de acción. Al verse solo sancionado y presionado con marchas/concentraciones que disgrega a placer, retomó su violencia institucionalizada a toda marcha.
China brilla por su ausencia, imaginamos logró convencerse que un cambió de gobierno en Venezuela no colocaría en riesgo sus inversiones, al contrario, las aseguraría toda vez que se retome la transparencia en el manejo de los recursos del Estado. Rusia, en un arrebato de sinceridad, en días recientes confesó que su preocupación es no perder lo invertido en Venezuela, ello permite calcular que convencerla es tarea fácil.
Ahora bien, por descarte obligado, solo queda Cuba y un puñado de países innombrables que prestan su apoyo a Maduro a través de la represión y todo tipo de amedrentamientos contra sus detractores. El chavismo hastiado de amenazas estériles de intervenciones militares, de disfuncionales conclaves de países que apoyan a Guaidó, pero no ejecutan nada, recargó sus agallas y sigue siendo fiel a su modus operandi.
La oposición orgánica se debilita, el descontento contra el gobierno sigue in crescendo, pero Guaidó pierde respaldo, además, la Asamblea Nacional se encuentra cada vez más reducida operacionalmente y con sus integrantes cada vez más neutralizados. El régimen se alza triunfante ante una población que lo repudia, pero desorganizada, inmersa en sobrevivencia, a la que se reprime en las formas y maneras que el régimen le plazca.
“El Lobo” (Estados Unidos) es una gran incógnita, sin lugar a dudas es quien inclina la balanza internacionalmente, a pesar que voceros del alto gobierno continúan con sus coleccionables amenazas contra Maduro y su elite, Trump ha entrado en un resonante silencio respecto a Venezuela ¿Reflexiona? ¿Evalúa? ¿Replantea? Es toda una incertidumbre…
Sea como sea, el régimen chavista se atornilla al poder, juega al desgaste de Guaidó, sabe no debe tocarlo y es allí donde demuestra su debilidad y temor, sin embargo, toca a figuras muy cercanas a él. Ahora bien, al igual que en estos 20 años, el gobierno mientras más se consolida en el poder más se debilita el pueblo, cada vez más oprimido, arrastrado a la sobre vivencia, manipulado a través de sus necesidades.
La oposición amenaza mientras el régimen actúa, esa es la gran diferencia entre los actores políticos del momento, el pueblo aguanta, se resigna, ha puesto sangre, sudor y muchas lágrimas en sus batallas desiguales, un pueblo desarmado, resguardado solo con escudos de dignidad y pujanza, pero que no son impermeables a balas criminales.
La palabra clave para la oposición es replanteo, abandonar la locura einsteniana de repetir lo mismo esperando resultados diferentes, debe pasar de las amenazas a las acciones concretas. Es cierto, el régimen se afianza en el poder, pero con bases cada vez más débiles, que no aguantaría la arremetida bien organizada y planificada de un pueblo al cual la libertad yace en su ADN.
Leandro Rodríguez / @leandrotango