“LAS COSAS ESTÁN CAMBIANDO LA PAZ Y EL DIÁLOGO UN PRODUCTIVO NEGOCIO”
El País, comienza, a experimentar el placer de perseguir su sueño interrumpido. El que alimenta la acción, el que nos alienta a saborear cada pasó de la victoria. Hemos comenzado a cosechar la esperanza, la misma, que comienza a apartarnos del desaliento y la desconfianza.
En una eminente maniobra de aplicación de setentismo, el régimen decide quien es el bueno y el malo, desintegra el Estado de derecho, en su interés, de evitar el surgimiento de nuevos líderes y nuevas propuestas para los venezolanos. Y a su vez, pretender con este tipo de arbitrariedad, inmovilizar cualquier acción de la Asamblea Nacional. Adoptando la lógica y la necesidad, empleando la justicia y el derecho simulado, para utilizar la corrupción como instrumento y mecanismo represión.
La buena noticia es que el mundo está harto de esto, o por lo menos es lo que nos están dejando pensar. La mala noticia es que la manera en que lo estamos enfrentando es ineficaz, pues fuerzas militares extranjeras ocupan el País.
Buscamos gobernantes que sean héroes honestos en vez de promover leyes e instituciones que nos protejan de los deshonestos.
En todas partes aumenta el repudio popular a políticos y empresarios cuatreros. Ya no se cree, que la corrupción sea inevitable ni que sea inútil intentar combatirla.
El impacto de algunas protestas populares ha sido sorprendente, los presidentes de Guatemala y Corea del Sur, por ejemplo, fueron depuestos y encarcelados. En Brasil, enormes marchas crearon las condiciones para que la presidenta Dilma Rousseff fuera destituida.
En el mundo entero hay un enorme deseo de acabar con los líderes corruptos y reemplazarlos por otros cuya honestidad está fuera de duda. Pero ¿es la búsqueda y el subsecuente nombramiento de personas que creemos íntegras el mejor antídoto contra la corrupción? Creemos que no.
Elegir gobernantes honrados es una lotería. Puede que, en efecto, resulten serlo; o puede que no. En todo caso, no basta con elegir aquellos que presumimos honestos, también hacen falta leyes y prácticas que prevengan y castiguen la deshonestidad. Las sociedades que solo le apuestan a un líder honrado casi siempre salen perdiendo. Hugo Chávez llego al poder prometiendo eliminar la corrupción. Y ya conocemos los resultados.
Además, en estos tiempos, también necesitamos instituciones que impidan que la lucha contra la corrupción sirva como mecanismo de represión política. Estamos viendo, por ejemplo, cómo esta nueva intolerancia popular hacia los políticos vendidos está siendo aprovechada por los autócratas del mundo para eliminar a sus rivales.
Los Gobiernos de Cuba, Irán y Venezuela regularmente usan las acusaciones de corrupción para encarcelar a sus opositores. Pero las verdaderas razones de su detención han sido, o tienen más que ver con su activismo político que con su presunta deshonestidad.
La lucha contra la corrupción no tiene por qué ser corrupta y, afortunadamente, están proliferando los esfuerzos genuinos por disminuir esta plaga.
Las cosas están cambiando. No es con más leyes y reglamentos que se combate la corrupción. Sino con legislación inteligente, proporcional y honesta. Las actuales leyes, son un sin fin de normas absurdas y paralizantes, que son la principal, y la única causa de la corrupción.
Mientras exista la cocaína, la corrupción y la represión, nos seguirá matando y poniendo presos. Los cuentos de conflictos, acuerdos y tribunales especiales, no pasan de inventos para distraer estúpidos y justificar lo injustificable.
La paz y el diálogo, se ha convertido en el más productivo de los negocios, razón suficiente para convertirla en la diosa mítica de nuestro tiempo.
Johnny Galue / @COOTUR