REFLEXIONES| Bolívar y la Libertad. Por Luis Acosta

No es tan sencillo hablar de la Libertad. Bolívar decía “el hombre y el pueblo que quiere y pelea por su libertad, al final llega a ser libre”. De verdad, Simón no se cansaba de hablar de libertad y luchó por la liberación de hombres y pueblos. Bolívar lo hizo conjuntamente con Sucre, Urdaneta, Santander, Girardot y muchos otros venezolanos y colombianos; aparte de ellos, con la ayuda de los batallones de Araure, Ayacucho, Junín, Boyacá; y hasta la Legión Británica luchó entre nosotros a favor de otras naciones y distinguió a los ejércitos de El Libertador.

Pero más que las batallas, luchas y peleas, Bolívar enseñó a su pueblo a pensar aunque el pueblo no lo siguió siempre. Por ejemplo, “el hombre inteligente sin probidad es un azote”; y nosotros nos preguntamos, ¿quién  ha seguido este pensamiento? Desde luego, nadie o muy pocos. Si esto lo hubiéramos seguido alguna vez, cada pueblo que lo hiciera hubiera cambiado su estado económico y de vida y se hubieran terminado desmanes y picardías. Mejor todavía, hablando sobre el pensamiento original de Bolívar, “moral y luces son nuestras primeras necesidades”. Bueno, ¿cuánta moral necesitamos y cuántas luces tenemos? Definitivamente, poca. De suerte, que cuando un pueblo observa que 100 hombres venezolanos se apoderan del país, se lo reparten, inventan un sistema de manejo, se cambian las reglas de juego, se quitan a unos y se ponen a otros sin consulta, sin seguimiento de orden, disciplina, de normas y procedimientos, entonces no se ofrecen ni la moral y mucho menos las luces. En otra oportunidad, en palabras que tiene algún uso, dice “si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”. Ni corto ni perezoso, fue el propio Bolívar quien la usa para recordarnos que Fernando IV no era el Rey de Venezuela.

Bolívar igual sostuvo otras vertientes por los mismos caminos de esa conducta. Dijo “la libertad es para el uso de los hombres útiles”. Esto Simón Antonio lo repitió y manejó como frase de hechos. En efecto, ¿qué sembró Bolívar entre los venezolanos, como patriotas, de este decir y su contenido? El se responde, “el hombre útil es el individuo probo y ético; el que brota sabiduría de su boca y el que se nota distinguido con su palabra elocuente o su acción dedicada a lo bueno y a la enseñanza”. Bolívar era un buen vecino y un corpulento hombre de ayuda y pensamiento. En su tejido corporal había fibra y en su cuerpo físico grandeza y espíritu. Nos preguntamos entonces, ¿qué podría enseñar que no fuese espíritu y grandeza? Bolívar pensaba con nobleza porque él era noble en la acción y en la vida. Toda su existencia fue enseñadora y era Bolívar solo. En verdad, a nadie se parecía. Luego, en todo esto era espontáneo y generoso. Disfrutaba de lo que daba y reía cuando se le daba amor y felicidad que, por cierto, no siempre fue así. Cuando el asesinato de Sucre, Bolívar dijo “!qué hombre pierde el mundo y qué soldado pierde la patria! Nunca olvidó Berruecos. Allí perdió a su amigo más fuerte, valiente y fiel, y su compañero de armas más inteligente. Le quedaba Urdaneta, pero la muerte del Mariscal Sucre era un abismo a la integridad y fortaleza que se abusa. Por eso, fue asesinado con cobardía, por la espalda, porque era mucho su esplendor y su gallardía de soldado.

Pero, igual, todo luce haberse perdido en la República. El pudor se fue de tanto sudar en vano. El compañerismo no existe. En la mañana te traicionan y en la tarde vuelven a tus filas; y nos preguntamos, ¿quién respeta la voluntad y da firmeza a sus palabras? Nada luce confiable, por eso es tan frágil la libertad, que hoy se tiene y mañana no. El poder la posee y el ingenio perece en ella. ¡Qué pobre es el hombre cuando no da guapeza, valor y seriedad a la libertad! Luce que Bolívar nos enseñó su poder y su grandeza, pero nadie lo siguió. ¡Todos estamos como muertos!

Estos son recordatorios de lo que hemos leído y expuesto con alguna disciplina para poderlas narrar. El sentido del orden está declarado, pero los conceptos son originales y llenos de las verdades de Bolívar y sus atrevimientos, tanto que han provocado esta intervención muy modesta pero con gran sentido de la verdad histórica; chiquita pero interesante en cuanto al realismo mágico al cual ha dado vida el Gabo de Colombia.

 

Luis Acosta

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