El Palacio Federal Legislativo está bajo absoluto control de Miraflores y, apenas, dejan que los parlamentarios sesionemos en el hemiciclo los días martes en la mañana. Bajo las condiciones que sus invasores impongan, permitiendo la entrada o no de la prensa, indiferente la GNB ante los ataques y desmanes de los colectivos armados, etc.
No fue ironía alguna de nuestra colega parlamentaria, Dignora Hernández, al observar como un «logro» de la visitante Bachelet que le permitieran al presidente Guaidó y a su séquito, entrar a Palacio un día viernes para la consabida entrevista. Los diputados y el personal administrativo, simplemente, no pueden entrar a su sede natural de trabajo, refugiados en la sede administrativa de la esquina de Pajaritos.
Nada nuevo bajo el sol, pero algo poco conocido. Incluso,va propósito del triste caso Lugo-Borges, nos permitimos escribir un extenso en torno al dominio de la sede a través del tiempo y la normativa que rige la materia.
En 1999, hubo que luchar por evitar el cierre del Congreso y pelear ante la prohibición de entrar al histórico Capitolio Federal. Esta vez, la GNB fue tomando poco los espacios, los salones, la biblioteca, etc., sin que la Asamblea Nacional dijese nada, denunciando públicamente el asunto.
Cuando la dictadura tomó el salón Francisco de Miranda, nos dirigimos por escrito entonces presidente de la corporación legislativa, recordando todo lo ocurrido entre 1999-2000 sobre la sede, añadidas dos o tres propuestas. Está demás decir, aún esperamos la respuesta.
Luis Barragán / @LuisBarraganL