Insólita, enternecedora y encantadora, es la historia de un vigilante peruano con una mujer venezolana, que lucha con todas sus fuerzas para salir adelante, tras haber dejado el país, por la grave crisis social, política y económica que atraviesa #Venezuela, con el gobierno socialista.
Una historia que llega desde tierras incas, lejos de aquellas que se relacionan con las detenciones a malhechores de bandas delictivas, que sólo viajaron al país sudamericano, para continuar sus fechorías, y han hecho mucho ruido, contra los connacionales que si luchan y trabajan con dignidad y esfuerzo para superar la crisis.
Es el relato de Lili, una usuaria de Twitter que se identifica con la cuenta, @leamosuncuento. De un hecho real de su propia experiencia volvió viral la publicación.
La historia completa, extraída del hilo en su post de Twitter:
El vigilante
Salí temprano a vender las empanadas, y en estos días, un peruano que es vigilante se acercó a la parada como curioso, pero en silencio. Yo dije: «¡Buenos días!». Agradecida de no estar solos en la parada a esa hora, le ofrecí una empanada el 1er día.
Se la comió como si nunca en su vida hubiese comido, una señora viéndolo dijo: «Jum, ¡ni respiró comiendo!, deben estar buenas, deme dos», y fue llegando la gente. El vigilante se fue. Ni gracias dió.
El segundo día volvió a llegar temprano, como es tan blanco lo reconocí de lejos. ¡Buenos días! Le dije. Me miró y sólo se sentó cerca. La gente se llevó todo, pero quedaron las tres que hago extra para nosotros, entonces me dio cosita y antes de irme le dije:»Tome», dándole una.
No dudó en recibirla. Hoy volvió a llegar y ¡por fin nos respondió el saludo!, ya era hora de un poquito de educación, David conversó con él un largo rato. Y al terminar le dimos las manos en señal de amistad. Le tomé una foto y le dije que les contaría sobre él.
Allí está el vigilante. Es ése que se ve allí, blanco, serio y erguido.
@diariocontraste