Bianca Andreescu calcó el tenis agresivo de Serena Williams. También respondió con aplomo cuando se encontró tambaleante.
La adolescente canadiense conquistó su primer título de Grand Slam y de paso frustró el cuarto intento de Williams de igualar el récord de 24.
Andreescu, de 19 años, se impuso el sábado 6-3, 7-5 ante Williams en la final del Abierto de Estados Unidos, convirtiéndose en la primera mujer canadiense que se corona campeona en una de las cuatro grandes citas del tenis. Lo hizo en su bautismo en la final de un Slam, mientras que Williams jugó la 33ra de su ilustre carrera.
“Poder jugar en este escenario contra Serena, una auténtica leyenda de este deporte, es increíble”, dijo Andreescu en la ceremonia de premiación. “No estuvo nada fácil”.
Luego de dominar con autoridad el inicio del duelo, poniéndose arriba 5-1 y al saque en el segundo set, Andreescu supo aplacar una carga tardía de Williams para alzarse con la victoria.
Al afrontar una bola de partido en el segundo set, Williams quebró el saque de la canadiense para ganar cuatro juegos seguidos, nivelar el set y encender los vítores en el estadio Arthur Ashe, inclinado ampliamente a favor de la estrella local.
Pero Andreescu sacó a relucir su aplomo al llevarse los siguientes dos juegos. Sentenció en su tercera bola de partido, con una potente devolución por la paralela que la raqueta de Williams no alcanzó a devolver.
“El elemento que separa a los mejores del resto es simplemente la mentalidad”, subrayó Andreescu.
Williams sucumbió en su cuarta final consecutiva en un Slam y sigue atascada con 23 títulos, uno menos que Margaret Court, dueña del récord de más grandes trofeos en la historia.
“He estado tan, tan cerca, pero también muy lejos”, se sinceró Williams. “Pero supongo que tengo que seguir insistiendo y peleando”.
Fue una derrota sin la controversia que marró la final del US Open el año pasado, cuando Williams se enfrascó en una larga discusión con el juez de silla y acabó perdiendo ante Naomi Osaka.
“Honestamente no pienso que Serena se haya hecho presente, y tengo que encontrar la manera de que ella se haga presente en las finales de Grand Slam”, comentó Williams, quien tuvo como invitada en su palco a Meghan, la duquesa de Sussex. “Adoro a Bianca y ella es una gran chica, pero creo que he jugado mi peor partido de todo el torneo”.
La estadounidense, que cumplirá 38 años a fin de mes, ha tenido que conformarse como la subcampeona en cuatro de los siete grandes que ha disputado desde que regresó al circuito tras dar a luz a una bebé hace dos años.
Williams se complicó la existencia con un errático desempeño, particularmente con su saque. Apenas tuvo una efectividad de 44% con su primer servicio, con un total de ocho dobles faltas, cinco en el segundo set. Su total de errores no forzados alcanzó los 33, casi duplicando los 17 de Andreescu.
El temple de Andreescu fue admirable, más ante el hecho de que es la primera mujer que se consagra campeona en Flushing Meadows en su debut en el cuadro principal del torneo en la Era Abierta que comenzó en 1968. Ese fue el año en el que se permitió la participación de los profesionales en los Slams.
Andreescu no se abrumó ante las expectativas y circunstancias de un partido de alto voltaje.
“Sólo busqué aislarme de todo”, dijo Andreescu. “Estoy feliz de la manera cómo me he desenvuelto”.
Otro detalle asombroso: Andreescu perdió en la primera ronda de la fase preliminar del US Open hace un año.
Fue un duelo generacional en todo el sentido de la palabra. La brecha de 18 años y 263 días fue la más grande entre finalistas de un Slam en la Era Abierta. Cuando Williams ganó su primera corona del US Open en 1999, Andreescu ni siquiera había nacido.
Pero el juego de Andreescu, que enlaza potencia con una devastadora derecha y sutileza con otros golpes, superó todo el cúmulo de experiencia de Williams.
Las dos se habían enfrentado por primera vez el mes pasado en la final del torneo de Toronto, correspondiente a la máxima categoría de la WTA. Williams se retiró cuando perdía 3-1 en el primer set por espasmos en la espalda.
“Sólo me siento orgullosa de poder jugar y competir en este nivel”, sostuvo Williams. “Mi equipo ha estado conmigo en medio de muchos altibajos, demasiados momentos bajos. Ojala tenga un momento alto pronto”.
Andreescu, de padres rumanos, irradiaba calma momentos antes de la final, en el túnel que da ingreso a la pista. Tarareaba una canción con sus audífonos puestos.
Ha tenido un año excepcional, pese a que se perdió un periodo por una lesión en el hombro, lo cual le costó competir en Wimbledon. También se coronó en Indian Wells y tiene un inmaculado 8-0 contra jugadoras del Top 10.
Mostró sus intenciones desde el lanzamiento de la moneda, al optar por recibir frente a una rival reconocida por tener un saque excepcional. Atinó en la decisión, dado que Williams acusó los nervios, cediendo el primer game con una doble falta.
Previo a la final, Andreescu contó una anécdota de cuando tenía 16 años y acababa de ganar el título del torneo Orange Bowl de juveniles. Para hacerse una idea de ser triunfadora en el circuito, escribió un cheque falso con el premio a la campeona del US Open.
La noche del sábado, se embolsó un cheque válido. ¿La cifra? 3,85 millones de dólares.
“Nunca había tenido tanto dinero en mi vida”, dijo Andreescu. “Supongo que esas visualizaciones me están funcionando. Que locura”.
AP