«Esos diálogos, traen esos lodazales». Así, pudiéramos parafrasear ese dicho tan manoseado en nuestro país, cuando queremos referirnos a las consecuencias que arrastran posturas equivocadas. Se había dicho una y otra vez: ¡cuidado con otro diálogo engañoso! Pero se volvió a caer en la celada cubana. Porque de eso no puede haber la más mínima duda, esa trampa es de factura cubana. Expertos en sobrevivir sobre la muerte. Tienen una experticia acumulada que los avala como dueños de una franquicia que garantiza usurpar el poder a toda costa, con una pasmosa habilidad para engañar y sacarle «punta a una bola de billar».
Maduro y sus secuaces asaron dos conejos al mismo tiempo. Uno lo fueron chamuscando a fuego lento, hasta que confirmaron que habían ganado tiempo, más que suficiente, para cambiar de tercio. Así fue que se dispusieron a sacar el otro conejo que tenían encaletado, y lo presentaron fuera de la chistera en la Casa Amarilla como para enrostrarnos aquel otrora diálogo fatídico del 10 de abril de 2014, que tuvo sus prolegómenos en esa misma casona colonial.
Lograron conseguir que la marca Noruega, de prestigio mundial en eso de armar negociaciones, asumiera la paternidad de esta nueva jornada. Antes había sido «nada más y nada menos que el Vaticano», para luego recalar en Dominicana bajo el paraguas de Zapatero. Pero pudieran variar los sitios y los promotores, pero la zafia conducta seria la misma. Nos imaginamos a Maduro mascullándole al oído a Jorge Rodríguez, «hay que ganar tiempo, pasar el temporal, simular que queremos una salida pacífica y luego los dejamos con los crespos hechos». Y así mismito fue. Confirmaron que la delegación de Guaidó estaba dispuesta a modificar el sacrosanto mantra que tenía como punta de lanza el cese de la usurpación.
Tantearon ¡hasta donde! la delegación de Guaidó estaba ganada a gestionar el levantamiento o morigeración de las sanciones de gobiernos y organismos internacionales y, por lo confesado en una entrevista radial por Gerardo Blyde, al periodista Román Lozinski, después de aclarar-Blyde- que «esas sanciones no dependen de la oposición venezolana, pero que dieron una fórmula para poder levantar esas sanciones sectoriales al país y buscar que los efectos de esas sanciones menguaran en la ruta de la transición». Sin comentarios.
El mantra estaba en cuarentena, las sanciones supuestamente se ablandarían, aunque Blyde aclara que los autores de las sanciones «no tenían vela en ese entierro» y finalmente comprobó, Blyde, que «los delegados de Maduro actuaban de mala fe».
El pasado jueves 19 de septiembre participamos varios venezolanos en un foro organizado por Nueva Economía Fórum en Madrid, donde el conferencista estelar fue el Canciller de Colombia Carlos Holmes Trujillo. Según sus palabras no era tan cierto que «el nuevo dialogo de Oslo y Barbados respondiera a una presión de la comunidad internacional». Las declaraciones del Canciller de Colombia Carlos Holmes Trujillo, no dejaron lugar a dudas de que el presidente Iván Duque y su administración, no avalaban ese noveno diálogo.
Ante ese balance corresponde actuar de cara al futuro aprendiendo de las lecciones experimentadas. O más bien, de los traspiés sufridos. Ya debe saberse que esas mafias no tienen palabras, por eso no honrarán jamás ningún compromiso. Queda claro que Maduro maneja los tribunales como marionetas que son, por eso meten y sacan presos como les viene en ganas. Queda claro que mientras mantengan instalado ese circo constituyente, nada estará a salvo, porque desde ese centro de operaciones, Diosdado articulará su manojo de ataques contra la disidencia opositora.
Lo que queda es seguir camino a buscar la intervención humanitaria, de verdad, verdad, sin esguinces, sin debilitar nuestra opción haciendo comentarios que presentan la estrategia opositora como atrapada en las contradicciones más inverosímiles.
Antonio Ledezma / @alcaldeledezma