El retorno de Kirchner al ejecutivo en Argentina ha sido enarbolado por la izquierda continental como un triunfo propio. Por otro lado, la posible victoria de Lacalle en Uruguay también ha sido proclamada como un triunfo, pero de la derecha latinoamericana. En Colombia, existen resultados electorales combinados, pero en los 3 casos apuntan a exigencias ciudadanas cuya transversalidad son las exigencias de “milagros”.
Particularmente, creemos las ideologías son herramientas funestas de gobiernos y políticos en general, así ha sido corroborado por la historia. Sí desea un caso específico vengámonos a Venezuela donde de mano de la ideologización el régimen amalgama a sus acólitos, tanto que sufren metamorfosis, dejan de ser ciudadanos para transformarse en militantes, a quienes los errores y desmanes del chavismo son vistos como inventos de los enemigos de la patria, la derecha, a pesar de inoculables evidencias de corrupción, despilfarro y desidia roja rojita.
La “derecha” también saca provecho al tema ideológico por supuesto, tampoco las visiones economicistas han logrado dar al traste con las exigencias de las poblaciones, en escenarios pervertidos, con instituciones secuestradas por “derechistas” se han expuestos a los pueblos a grandes penurias en supuestas búsquedas de un desarrollo económico que redunde en lo social a través de “grandes sacrificios… nunca han llegado tales beneficios.
Macri en Argentina intentó dar al traste con el populismo peronista de los Kirchner, no le alcanzó el tiempo ni, según especialistas en la materia, tomó las decisiones deseables, sea como sea, el peso de las correcciones económicas hizo que, quien profundizará los errores de la economía argentina (los K) retornara al poder como segunda a bordo y con gran control del parlamento. Lo ocurrido en ese país es algo como preferir sufrir las penurias de servicios públicos deficientes pero baratos a contar con servicios de primera calidad a su correcto valor. Desde luego, con un alto porcentaje de pobreza el descontento social ante el incremento de tarifas era una peligrosa mecha que se encendió.
En Venezuela ocurre exactamente igual, ante el populismo salvaje permitido por el boom petrolero más alto y sostenido de la historia, el gobierno subsidiaba todo, incluso los servicios públicos. Cuando la destrucción de Pdvsa comenzó pasar factura, el régimen no realizó las correcciones en materia de tarifas por temor lo tildarán de neoliberal, sencillamente, se fueron omitiendo las inversiones en materia de mantenimiento, actualización, capacitación, entre otros lo que nos degeneró la caotización de todos los servicios que padecemos hoy.
Lo propio hizo con el aparato productivo, por toxicidad ideológica, prefirió apoyar empresarios, trabajadores, economías extranjeras en búsqueda de apoyos internacionales incondicionales, mismos que perdió al no poder continuar suministrarles recursos a los que estaban acostumbrados. Así, ante la imposibilidad de continuar importando, al haber destruido 70% de la producción venezolana, el país sucumbió a una horrorosa escasez e inflación… ¿Quién paga las consecuencias? ¡El pueblo!
No es fácil hacer comprender, por ejemplo, a los venezolanos, que la hemorragia de bonos, los servicios públicos semigratuitos, la gasolina regalada, son pésimos para el país, causantes de la crisis de estos servicios, la hiperinflación, etc. Se requiere una cultura política madura que sea capaz de comprender los sacrificios a realizar, desde luego, de la mano de correcciones económicas atinadas, pero he allí el detalle, desprendidas de un gobierno capaz, profesional, cónsono con las necesidades reales de la nación. De continuar con mentalidades populistas Latinoamérica continuará saltando de gobiernos derechistas a izquierdistas y viceversa, mientras las problemáticas se agudizan de la mano de las nefastas “ideologías”. En Venezuela es peor porque la alternabilidad fue asesinada y quedamos a merced de una casta con visión patrimonial del poder… una dictadura pues.
Leandro Rodríguez / @leandrotango