Los incendios en los humedales del Pantanal, en Brasil, arrasaron una región de gran biodiversidad. En apenas 10 días, las llamas consumieron una superficie equivalente a la ciudad de Londres, quemaron a algunos animales vivos y provocaron la huida de otros.
El infierno que se vive en los humedales tropicales más grandes del mundo es el último desastre medioambiental que afecta a Brasil luego de un misterioso vertido de petróleo que en las playas del noreste y de los fuegos que calcinaron parte de la Amazonía en agosto.
El Pantanal, que se extiende por partes de Brasil, Bolivia y Paraguay, es un popular destino de ecoturismo considerado uno de los mejores lugares para observar vida salvaje en Sudamérica. Durante la temporada de lluvias, los ríos se desbordan haciendo que gran parte de la región sea accesible solo en barco o avión. En la época seca, los entusiastas de los animales pueden ver jaguares en la orilla, además de guacamayos, nutrias gigantes de río y caimanes.
Pero este año, la temporada seca ha durado más de lo habitual.
“Cualquier chispa en la zona en estos días de altas temperaturas y muy poca humedad provocará incendios como los que hemos visto en los últimos días”, dijo Júlio Cesar Sampaio, director del programa Cerrado Pantanal de WWF Brasil, por teléfono. “Solo la lluvia reducirá el riesgo de incendio”.
Por el momento, los rescatistas encontraron restos de caimanes, iguanas y serpientes calcinados. SOS Pantanal, un grupo local, reportó que el guacamayo azul, una especie vulnerable, perdió gran parte de su fuente primaria de alimentación con los cocos y las palmeras que ardieron, y los pájaros de colorido plumaje azul y amarillo fueron vistos volando sin rumbo.
Entre enero y noviembre, la zona registró un 516% más de incendios que en el mismo periodo del año anterior, según el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil.
Aunque en la Amazonía hubo más fuegos, allí se extendían por una zona equivalente a la mitad de Estados Unidos. En Pantanal, por el contrario, se concentran en Corumba, una municipalía del estado de Mato Grosso do Sul. Corumba tuvo alrededor del doble de incendios que las partes más afectadas de la región amazónica.
“No hay precedente para un incendio a esta escala”, señaló Angelo Rabelo, presidente del Instituto Homem Pantaneiro, un grupo ambientalista con sede en Corumba.
En esta época del año no es habitual que haya incendios en Pantanal ya que las lluvias más intensas suelen comenzar en octubre. Según Rabelo, el agua de los ríos y los humedales se secó mucho más rápido este año. El Río Paraguay, una de las principales vías fluviales de la región, está en mínimos de 20 años.
“El cambio climático está aquí”, dijo.
La combinación de escasas precipitaciones, altas temperaturas, baja humedad y fuertes vientos hace que las llamas se expandan rápido por la vegetación baja, según las autoridades.
Los incendios tienen “una proporción nunca registrada antes”, explicó el gobierno estatal de Mato Grosso do Sul en un comunicado. Las causas de esta situación son tanto la sequía como la “actividad criminal”, agregaron.
Según los bomberos, es probable que la causa sea que la población local está provocando los fuegos para desmontes, una actividad a la que se atribuyeron muchos de los incendios de la Amazonía. Esta práctica es especialmente habitual entre los ganaderos, quienes en lugar de costosos equipos, emplean las llamas para preparar pastos.
Los fuegos en el Pantanal se han visto eclipsados por meses de incendios en la Amazonía. El gobernador de Mato Grosso do Sul declaró el estado de emergencia el 11 de septiembre luego de que en las cinco semanas anteriores se quemaron más de 10.000 kilómetros cuadrados (cerca de 3.900 millas cuadradas) en la parte del estado ubicada en la Amazonía.
El grupo ambientalista Instituto Guacamayo Azul publicó un reporte el miércoles que aseguró que la destrucción registrada en septiembre y octubre en el Pantanal afectó al principal centro de reproducción de esta ave en plena temporada de apareamiento. En los 98 nidos monitoreados, al menos cuatro crías murieron asfixiadas por el humo.
La situación ha empeorado desde entonces, y la lluvia sigue sin llegar.
“He sido bombero durante 23 años. Claro que antes hemos tenido incendios antes, pero ahora son mucho más graves”, dijo Waldemir Moreira, director de la unidad de protección ambiental del departamento estatal de bomberos. “Queremos que el mundo preste atención también a nuestro Pantanal”.
AP