Hasta la primera semana de diciembre del presente año, al menos 91 personas habían sido víctimas de homicidios en Ureña y San Antonio del Táchira, así como en las trochas que desde esas poblaciones conducen a territorio colombiano.
La gran mayoría de víctimas era de nacionalidad venezolana, figurando entre ellas adolescentes y féminas, por distintos móviles y en hechos aislados.
El fenómeno que se registra en las trochas de esta zona es sumamente preocupante, en razón de que pocas veces las autoridades venezolanas se han pronunciado puntualmente sobre esta situación que ha cobrado una alta cifra de vidas y que representa un considerable porcentaje del balance general de muertes en esa zona.
Desde casos de decapitación en los que localizaron la cabeza en un costal y el cuerpo en otro, hasta hallazgo de regiones cefálicas de vieja y nueva data, se han vivido en nuestra frontera en el primer semestre del año y de estos hechos responsabilizaron a un sujeto que se hacía llamar el Paisa, cabecilla de un grupo irregular que operaba en la zona, quien por cierto el mes pasado fue detenido en Colombia y le dieron el beneficio de casa por cárcel.
Trimestre sangriento en trochas
Pero la mayor arremetida del año contra quienes laboran en distintos oficios, no todos lícitos, en las trochas fronterizas, podría considerarse que inició en octubre, el sábado 19, cuando se conoció un doble homicidio y, a la vez, se comenzó a hablar de la presencia de un grupo armado, vestido de negro y con brazaletes en los que se leía ELN, que arbitrariamente secuestraba y asesinaba a sus víctimas.
Ese 19 de octubre, en la mañana, luego de que se escucharon múltiples detonaciones debajo del puente internacional Francisco de Paula Santander, hallaron a dos personas asesinadas.
Las víctimas eran venezolanas. Una fue identificada, posteriormente, comoAbraham López, de apenas 15 años, y la otra como José Colina, de 36 años.
El menor era nativo del estado Miranda y con su familia había migrado a la frontera colombo-venezolana, seis meses antes; trabajaba como “carretillero”, al igual que el adulto.
Esa mañana, alguien que los vio cuando se preparaban para pasar mercancía de un país a otro, por debajo del puente, les advirtió: “desde hace cuatro días hay unos 40 o 50 hombres encapuchados que se identifican con insignias del ELN, ellos no han querido salir de ahí y quieren intimidar. No cojan tan temprano por allá, eso está caliente”; pero, aun así, se fueron y les costó la vida.
Tras ese doble homicidio, las muertes en las trochas no han cesado en este último trimestre, pues al otro día, el domingo 20, hallaron el cadáver de otro venezolano, Jordin Alexis Riverol Velásquez, de 26 años, en la trocha La Isla del Viejo Escobal.
Se dijo que al momento que los sujetos se lo llevaron, junto a él iba además un indígena Yukpa que afortunadamente, aun herido, logró huir de ese grupo criminal. Más tarde localizaron el cadáver del también venezolano Yofer Jesús Carvajal Quintana, a quien, el sábado en la noche, el mismo grupo armado se lo había llevado esposado de la discoteca La Oficina, en Ureña.
Igualmente, se llevaron al colombo-venezolano Juan Carlos Orozco, de 47 años, del pool de Ureña donde se encontraba, y al día siguiente se informó que había sido abatido por efectivos del Ejército en la trocha La Mona. Situación que no se explicó.
Los hallazgos de cadáveres continuaron en lo que quedaba de ese mes. Dos más en la trocha La Marina, en territorio venezolano. Otros han muerto mientras huían desde Venezuela y en busca de refugio en Colombia, perseguidos por los encapuchados vestidos de negro. Muy pocos se han salvado de estas persecuciones.
Hace menos de una semana hallaron una pierna masculina mutilada y en estado de descomposición, y antes, dos cuerpos desmembrados y putrefactos, del lado colombiano. Según familiares de un desaparecido venezolano, una de estas dos víctimas podría ser Luis Ángel Ávila, de 22 años, en razón de que cuando se lo llevaron, días antes, debajo del puente internacional Simón Bolívar, lo acusaron de ser “colaborador de la guerrilla y te vamos a matar, te vamos a picar”.
Lo que ocurre allí, en las diferentes trochas, es tan alarmante que bien la data podría quedar corta, toda vez que Colombia se ha dado a la tarea de levantar cadáveres e iniciar las investigaciones pertinentes de asesinatos registrados a pocos metros de nuestra frontera con la suya e incluso de varios ocurridos en territorio tachirense.
Por lo menos diez procedimientos en estas últimas circunstancias, en los que, por razones humanitarias y súplicas de los deudos, las autoridades colombianas han levantado cadáveres dejados en territorio venezolano, desde el 19 de octubre hasta la última semana de noviembre.
Unos cuatro cuerpos, también hallados en jurisdicción del Táchira, fueron recogidos por sus familiares y pasados al vecino país, para que fueran las autoridades neogranadinas las que realizaran la experticia e iniciaran las correspondientes investigaciones.
Mientras que apenas hace unos días (como ha ocurrido en otras oportunidades), los parientes de dos jóvenes venezolanos asesinados del otro lado de la frontera procedieron a que fueran levantados y movilizados hasta Tienditas, Ureña, para que el Cicpc –Táchira se ocupara del procedimiento de ley.
¿Quiénes son los responsables?
Importante es recordar que, adicional a la cifra que se maneja de manera pública, existiría una “negra”, donde habría un sinnúmero de víctimas de homicidios y desaparecidos, por cuanto se asegura que se han llevado por la fuerza a varias personas y no han aparecido, ni vivas ni muertas.
Toda esta ola violenta se atribuye a ese grupo de sujetos que fuertemente armados, algunas veces además portando machetes, vestidos de negro y con brazaletes del ELN, merodean en las trochas y hasta se han atrevido a amedrentar a los pobladores, sobre todo a los de Ureña.
A ese grupo de encapuchados, que algunos aseguran son guerrilleros y otros que son paramilitares que se hacen pasar por guerrilla, y otros más señalan que se trata de un grupo exterminio de origen desconocido, creado para precisamente causar zozobra y muerte en la frontera colombo-venezolana, es el mismo al que se le ha visto cargar cuerpos desde los municipios Ureña y Bolívar, y abandonarlos a pocos metros de la línea limítrofe con el vecino país e inclusive en ese territorio vecino.
La Nación