El año 2019 apenas se despidió, pero dejó un caudal noticioso importante. No era posible, al inicio del mismo pensar que al término de su ejercicio fiscal, más del 53% de las operaciones comerciales se realizarían en divisas, con serias interrogantes sobre el origen de las mismas, en el mercado.
Esta tendencia, registrará un auge significativo, conforme la opinión de expertos en el presente año. La dolarización de facto continuará.
A la dolarización se unió como noticia fecunda en lo político y cultural, el caso Guaidó. Ocupó casi todo el año pasado, buena parte de la prensa nacional e internacional. Y, como la restricción a los medios de comunicación y la libertad de expresión, acentúo sus garras amenazando con mayor mordaza, las redes sociales se hicieron presentes, para abordar parte de las noticias, sin que el tema agotara aristas. Unas más gruesas que otras. Y todas, enlistadas en el hecho social que alimentó la política venezolana del 2019.
El ex Embajador del gobierno Guaidó en Colombia, Humberto Calderón Berti, escandalizó con sus declaraciones la parte ética del entorno político más íntimo del líder de VP. Destituido,pecó de soberbia e incontinencia verbal, lastimando parte de su patrimonio como experto petrolero.Se ligó de hecho, a los intereses del gobierno, por cierto,exitoso en eso de comprar conciencias y voluntades.Calderón, nacido en el pie de monte andino trujillano,hace 78 años, pareció no importarle mucho su decisión. A los observadores políticos, el efecto fue al revés.
Le endosaron implicaciones en reuniones con representantes del gobierno para implantar uno de transición y defenestrar a Guaidó. Calderón, no alcanzó suficiente claridad para desmentirlo.
El caso de los 12 parlamentarios, generó una suerte de exclamación inaudita ante un hecho de corrupción decepcionante y demoledor. Similares a Calderón Berti, al verse despojados de sus representaciones parlamentarias y diplomáticas su populismo barato no aclaró cuanto dijeron e hicieron, pasaron inexorables al silencio y olvido social. Sus explicaciones gustaron a quienes juegan con la desestabilización política.Se apago parte de su presencia mediática.
Se cayeron máscaras, con tan lamentables hechos, se enterraron caretas, pero se limpió al final; la virtuosa política.
Y aunque la corrupción develó, el flagelo más perverso en su ejercicio, la urgencia de concienciarnos no sucumbió sino que edificó pasadizos seguros para avanzar. Tal lo demuestra, el caso de las últimas encuestas de opinión pública, que le dan preferencia importante a Juan Guaidó como referente político. Es cierto, que ha bajado las preferencias electorales, pero es la más alta para un líder de la oposición.El volumen de las críticas, muchas con rasgos demenciales preocupantes, fue aliada de esta caída electoral.Sin embargo, no lo suficiente para aniquilarlo.
La FANB en este proceso tan perverso, emerge con un poder hasta ahora, desconocido pero cohesionada a los fines previstos en los altos mandos para participar de forma negativa en asuntos políticos. No tienen respuestas a los problemas nacionales, pero no les importa. Solo les atañe en sus altos rangos, la grave descomposición social que les permite actuar sin control.
Como respuesta, a esta excesiva participación de los jerarcas en hechos cuestionables, surgen asimismo, desde las caudalosas aguas del Orinoco y su delta, sucesos protagonizados por varios de sus integrantes en unidad perfecta con la comunidad .Los pemones, supieron aliarse y, convirtieron en realidad la unidad cívico-militar.La misma, que el régimen, ha pregonado como necesidad revolucionaria, pero hasta ahora, sin éxito para consolidarse.
Los pemones, declarados en rebeldía sin contención y cansados de los abusos del gobierno, se unen a jóvenes oficiales líderes en la “Operación Aurora”. Esto, desespera al régimen y obligan a declaraciones destempladas del Ministro de la Defensa.
La operación,le suma malestar al régimen, dada la negativa del gobierno de Brasil de entregar cinco oficiales localizados en su territorio y fugitivos desde aquella misma zona venezolana, quienes están a punto de lograr la condición de refugiados. No es cualquier cosa; hay un malestar creciente en el espíritu de la disidencia militar. La unidad del estamento, cada día es más frágil y vulnerable. ¡Está a la vista!
La institución militar y sus cuadros altos opuestos a la legalidad que le corresponde y facilitadora del desmantelamiento institucional,es la misma que desde sus entrañas, tiene a levantados en armas o para retener armas. No importa, como interpretarlo, el objetivo es el mismo, porque una situación conlleva a la otra.
No tenemos dudas que tal situación, ha beneficiado a Guaidó, quien sigue como primer referente de la oposición. Las últimas investigaciones de opinión pública le dan una sólida preferencia electoral y de credibilidad. Una mayoría que duplica al gobierno y en el que sus seguidores, están dispuestos a votar por un nuevo parlamento.Aseguran, sus deseos de contribuir a reconstruir el desmantelamiento institucional que atraviesa por una severa crisis de legalidad y de estado de derecho.
No hay equívocos al señalar que mientras los decibeles de los tecladistas han bajados el volumen de la confrontación, buena parte del país, pide elecciones y asegura su disposición a consolidar la democracia y reducir el peligro de su agonía y muerte.Hay otras aristas en la política venezolana. Todas muy dinámicas.
Eneida Valerio Rodríguez