“Los misiles YCBM norcoreanos tienen la capacidad de llevar armas nucleares… incluso a territorio estadounidense. Si se lanzara un misil desde Corea del Norte, tardaría 38 minutos en llegar a Los Ángeles. Los programas actuales de defensa, permiten a USA detectar un misil YCBM en Corea del Norte en 7 segundos. En cambio, a Alaska tardaría 15 minutos en llegar, lo que representa una asombrosa diferencia de tiempo”. Desde luego, esta información la obtuvo Bob Woodward para su libro “Miedo: Trump en La Casa Blanca”, editado en el año 2018.
Nosotros no sabemos nada de esto, pero Trump si sabe de negocios, bonos, peleas, tiros y dinero. Por eso, cuando Donald recibió la información de que, cada año, las relaciones con Corea del Sur presentaban un déficit de $18.000 millones y el mantenimiento de los soldados costaba $3.500 millones más, estuvo a punto de darle un ataque al corazón. Pero reaccionó y seguramente dijo: “si estas cuentas son todas así, entonces el campo esta proporcionado para los ajustes económicos que USA exige y el equilibrio financiero necesita”. Así lo hizo.
En efecto, solicitó reflexión a sus auxiliares sobre los acuerdos con México, China, Rusia, Irán, Japón y otros de parecida facturas y sin llamarlos mucho se fueron acercando al ajuste de cuentas con tales éxitos que los EEUU regresaron a los créditos con la Reserva Federal de muchas cifras e intereses blandos, cual se manejaban hace décadas. Además, las cuentas financieras del país se convirtieron en las más fecundas ocasiones que ha logrado con Trump una recuperación plena que sigue la normalidad y el disfrute de una economía brillante y próspera, llegada tras la revisión de impuestos, aranceles y las ayudas repartidas sin saber por qué.
Todo con su mente al frente de la compleja y dificultosa Casa Blanca, resguardada a todas luces con la mejor solvencia y seguridad que existe en el mundo de parte de sus vigilantes como Irán y China. Pero bien, más que mal, Trump se ha manejado con destreza y prudencia en La Casa Blanca, Washington y, aun mejor, en su relación con el Pentágono. Su fuerza, si vale el término, la ha utilizado con inteligencia, sin abusos. En cuanto a sus maniobras, han sido tan inteligentemente usadas que los argumentos esgrimidos por Trump han sido valorados por el mundo positivamente. Para esto, Trump, y su política, parece haber diseñado un filtro milagroso para no dejar pasar elementos no invitados.
Por todo esto, es muy difícil arrebatarle la reelección al zorro Trump que, sencillamente, atacó los problemas de USA no por lo bélico y lo político sino por lo económico. Tanto que en este momento las posibilidades de usar el crédito de las reservas federales con Trump se presentan con cifras abiertas impensables hace cuatro años, con intereses al dos y tres por ciento anuales que se habían olvidado que existieron alguna vez.
Sin embargo, más han sido los problemas chiquitos que los aciertos grandes en el abanico copioso y abundante de la situación financiera de la Unión. En efecto, la administración ha sido atacada, como siempre, por los problemas con El Líbano, Libia, Afganistán, Irán, Irak y hasta la propia Turquía. Igualmente, ataques políticos hacia dentro del país incluyendo posibles juicios contra el propio Presidente. Por cierto, Robert Lighthizer, representante de Comercio de USA, en un artículo, dijo: Trump es un tipo desconcertado, agotado, hosco, propenso a las meteduras de pata y con problemas con los donantes. Su situación es muy mala en Florida, Ohio, Pensilvania y Carolina del Norte. Por otro lado, no olvidemos que llamó violadores a los mexicanos y las consecuencias aún no se han medido del todo.
De suerte pues, que el Presidente Trump, en cuatro años que terminan el próximo enero, ha dado un vuelco de 180 grados a la economía norteña y a sus fuentes de confianza. La economía hacia afuera se envalentonó y los resultados de todos los cuadros, económicos y financieros, se vinieron a más. Casi abruman al mundo con sus increíbles resultados. Empero, su carácter no aplica para los nuevos signos que se avecinan. Irán y sus satélites quieren imponer un conflicto que no ganarán pero es peligroso por aquello de que “no hay enemigo pequeño” y Trump discute tanto que no se aleja de las dificultades sin importar su tamaño. Entonces, esa situación significa problemas a futuro y precisa de un antídoto. Ese antídoto genial y preciso lo es la candidatura de Joe Biden que presida de la era Trump a la vuelta de los sueños para traer las luces necesarias al país para que se coloque frente al Sol y regrese a proteger al mundo con o sin la ONU.
Luis Acosta