El 19 de junio de 1623 nacía en Francia Blaise Pascal que pasaría a la historia por sus muchos aportes como matemático, físico, teólogo y filósofo. Su madre murió cuando tenía tres años y su padre decidió mudarse a París. Allí recibió una buena educación y a los once años ya se mostraba como alguien sobresaliente en las ciencias. Interesado por los sonidos que hacen los cuchillos al golpearse, escribió un “Tratado de los sonidos” que incluyó un formulismo que aún se usa y se conoce como el teorema de Pascal.
Su padre fue nombrado en un buen cargo relacionado con impuestos y Blaise, para ayudarlo, inventó una máquina para sumar y restar con ruedas y engranajes que luego se bautizó como la Pascalina y que para muchos entendidos es la real tatarabuela de las actuales computadoras.Contribuyó de manera importante en el estudio de los fluidos y aclaró los conceptos de presión y vacío y a los dieciséis años publicó un tratado de geometría proyectiva. Pascal estableció reglas matemáticas sobre los juegos de azar que serían base de su “Tratado sobre el triángulo aritmético” basamento matemático para el cálculo de probabilidades.
En aquel tiempo la rivalidad entre científicos era la moda y quiso el diablo que Pascal conociese a René Descartes. La antipatía mutua fue instantánea y más tarde ambos se enviarían flechas envenenadas de ironía. Pascal se refirió al “Discurso del método” como algo “inútil e incierto” y Descartes dijo de Pascal que tenía “demasiado vacío en la cabeza” (los estudios de Pascal sobre el vacío eran ya conocidos).
Pero la vida de Pascal dio un importante giro. Impresionado por la cura milagrosa de una sobrina y poco después el haber salido ileso de un accidente terrible, lo interpretó como señales del cielo y decidió explorar el mundo religioso y de la filosofía.Quizás uno de los aportes más originales de Blaise es el haber escrito durante este período de reflexión las llamadas “Cartas Provinciales” donde en lenguaje muy sencillo puso en las manos del común de la gente temas importantes sobre religión y filosofía. Esto causó un gran revuelo en la Francia de su tiempo pues, con audacia, sacó al aire estos temas reservados a la exclusividad las aulas.
Su retiro del mundo científico no significó olvidar las matemáticas y publicó su “Tratado de los senos cuadrantes circulares” que luego usaría Leibniz para desarrollar el cálculo infinitesimal. Como todo gran pensador Pascal dejo muchas buenas frases. Algunas de ellas las podemos usar como inspiración en la lucha que libramos los venezolanos en la actualidad. Veamos.
“El hombre tiene ilusiones como el pájaro alas, eso es lo que lo sostiene”. Nuestra ilusión de ser libres y tener de nuevo la democracia son la llama viva que nos anima. La ilusión de una Venezuela reventando de progreso y buena calidad de vida la sabemos factible y es un horizonte que entusiasma.
“El hombre siempre está dispuesto a negar aquello que no comprende”. Si bien esto es aplicable principalmente a los asuntos religiosos y de fe, también lo es en la difícil lucha política que se libra. Apoyar a nuestros líderes, aunque a veces no los comprendamos, minimizar la crítica a sus acciones y animarlos a seguir es también parte de nuestra tarea.
“Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas”. Esta perla del saber nos alerta sobre nuestra responsabilidad sobre el actuar correctamente y la necesidad de mantener la reflexión ética sobre lo que hacemos. Los tira piedras ñangaras de los años 70 se acostumbraron al hacer sin pensar y en su fanatismo perruno han sido capaces hasta de deshonrar a Venezuela al arrodillarse a los cubanos de la manera más humillante.
Razones para terminar con este régimen sobran. Se acerca la hora y, con la multitudinaria fuerza de los venezolanos decentes y la ayuda de muchos países, vamos a ponerle fin a esta tragedia. Lo haremos y volveremos a ser felices. Y como nos dice Pascal “la felicidad es un artículo maravilloso, mientras más se da, más le queda a uno”.
Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es