Una investigación del Instituto Europeo de Bioinformática, en 2013, evidenció que un gramo de ADN tiene la capacidad de almacenar 2 petabytes de datos. Y como ese mismo estudio indica, es posible que se puedan conservar grandes volúmenes de información por miles y millones de años, por lo que no sería raro pensar que dentro de estos datos se encuentre el recuerdo del nacimiento.
María Esther Jandette, autora del Modelo de supervisión en constelaciones familiares, en su visita a Barranquilla, participó en la conferencia Renacer para vivir, invitada por la Fundación Ser Capaz, donde habló de la reconstrucción del momento del nacimiento para reeditar la memoria emocional con el fin de “fortalecer el vínculo con la vida, la autoconfianza y la confianza con los demás”.
Para Jandette, de este momento es importante realizar este ‘renacimiento sistémico’ puesto que desde el momento en el que se empieza a concebir la vida empieza a escribirse una nueva historia en la que aparece el ser como protagonista.
“Todos tenemos un origen a través de nuestros padres. Ese primer momento no es ni siquiera el nacimiento, sino cuando estuvimos pensados por nuestros padres, los 9 meses en los que estuvimos en el vientre”.
Para la experta en este tema, este proceso es fundamental en lo que corresponde a las conexiones con los padres. “Las historias que atraviesan a los sistemas familiares interfieren en todo este proceso escalonado y generan lo que hoy en día se conoce como la herida original”. Esta última puede ser percibida de diferentes formas, ya que cada ser afronta las situaciones de manera diferente.
“Esta nos deja grabado en el cuerpo y la mente un verdadero dolor de separación y abandono de nuestra madre”.
Jandette explica que por medio de este ‘renacimiento’ los individuos empezarán a ver el mundo de manera distinta siendo capaces de equilibrar sus emociones. “Esto genera un choque positivo porque se puede aterrizar en nuestro origen gracias a un amor profundo proveniente de nuestros padres y más allá del universo”.
El Heraldo