El grande histórico, lo recordamos como el hombre descamisado, cubierta con una sábana blanca y desdeñada pero limpia y única que lo vestía tal como el hindú de siempre. En efecto, fue increíble que este hombre inofensivo, flaco, famélico y de poco peso pudiera, en años y trabajo, con humildad y fortalecido por sus creencias, ganó una pelea política al todo poderoso de Inglaterra hasta que fue asesinado. Para ellos, manejó una táctica de revolución que duró 30 años en una actitud pasiva y llana. La antigua colonia británica se independizó y, además, se escindió en dos estados, India y Pakistán, separados por las religiones hindú y musulmana, respectivamente.
La historia de este hombre extraordinario no se parece a ninguna; se basó en un principio hermoso capaz de convencer al más amargo de los hombres. El decía “Sé que la guerra es mala; un mal absoluto. Sé también que algún día se acabara. Creo firmemente que la libertad ganada mediante el fraude, o el derramamiento de sangre, no es libertad”.
Esto, de verdad, es un concepto largo y tendido pero de ramas cortas cuando anota “la libertad ganada mediante el fraude o el derramamiento de sangre, no es libertad”. Parecen términos de la Revolución francesa.
Se distingue Gandhi de universal y le sobra talento cuando asegura “la consecución de la libertad, ya sea para un hombre, una nación o el mundo entero, debe estar en exacta proporción a la consecución de la No-violencia por parte de cada individuo”.
Cuando Gandhi regresa a la India desde Inglaterra, en 1915, tiene 45 años y una larga carrera como abogado a sus espaldas. Había estudiado leyes en Londres y trabajado por 20 años en Sudáfrica. El inventó un método de acción social directa para alcanzar objetivos políticos y sociales frente a las instituciones británicas. Este método, basado en los principios del coraje, la no violencia, la verdad y la desobediencia civil fue el que se empeñó en poner en práctica en su país de origen.
Veía y estudiaba el uso político que daba Inglaterra a sus colonias. Unos para los de afuera y otros para los de adentro. Así, Gandhi, dotado de una inteligencia bien adornada del derecho consuetudinario y social, hizo gala de sus intensos estudios, pensados exprofeso, con el fin de doblegar las estructuras inglesas enriquecidas con años acumulados de experiencia humana y consciencia política. Creó el neologismo Satyagraha para representar un sistema de lucha, resistencia y desobediencia, realizada de manera sistemática, con objetivos ético-políticos y con una dimensión espiritual. Es decir, para moverse en este universo, tuvo que sacrificar el tiempo familiar, su trabajo como abogado y vivir una vida de espíritu y causas capaces de hacerlas llegar al pueblo hindú y al comando soberano ingles que empezó a sentir la presión de un hombre lleno de voluntad, esperanza y de amor. Comenzó a organizar el movimiento nacionalista por la independencia a sabiendas de que “si el amor a la no violencia no es Ley de nuestro ser, toda mi argumentación se desmorona”.
Buscar todas las cosas bellas escritas sobre este hombre ennoblece el alma y dan vigor al cuerpo. Todo lo que hizo para liberar la India del colonialismo inglés hubiera sido suficiente. Pero la dedicación a estos propósitos y el éxito en la tarea, lo convirtió en mucho más.
Gandhi es uno de los líderes espirituales y políticos más respetados del pasado siglo XX.
Luis Acosta