Vi håller oss på jorden: La campaña en Suecia que pide no volar para combatir el cambio climático

Comprometerse a no volar en avión para luchar contra la crisis climática es el objetivo de una campaña ciudadana surgida en Suecia, con efectos ya constatables y que se ha empezado a extender a otros países.

«Vi håller oss på jorden» (Nos quedamos en tierra) fue creada hace año y medio en Gotemburgo (oeste) por Maja Rosén, coincidiendo con su segunda baja por maternidad, espoleada por cómo otras madres discutían sobre vuelos mientras paseaban a sus bebés, «como si no hubiera ninguna crisis climática».

Rosén había dejado de volar una década atrás, concienciada por el documental sobre cambio climático del exvicepresidente de EE.UU. Al Gore y tras visitar a su hermana en el archipiélago ártico de Lofoten (Noruega).

«Escalamos una montaña, con una vista impresionante, y me pareció que estaba mal, me di cuenta de que volar allí estaba destruyendo ese lugar», explica a Efe Rosén, con formación en Ciencias de la Salud y que descartó estudiar medicina ante la dificultad de compatibilizar la carrera con su activismo climático.

Rosén, vegana desde hace años, no vuela desde 2008 y pasa las vacaciones con su familia en Suecia, una decisión que no considera problemática, ya que asumir que solo hay «un par de años» para reducir a la mitad las emisiones y «resolver la crisis climática» implica un cambio de perspectiva.

«No he sentido la necesidad de viajar al extranjero, pero si lo hiciese, hay muchos sitios bonitos a los que llegar en tren. Y aunque tuviese ganas de ir a Bali, no lo haría, estaría arriesgando el futuro de mis hijos. Ni siquiera pienso que sea una opción. Para mí es tan imposible volar como ir a la luna», sostiene.

Rosén recuerda que el peso moderado de la aviación en las emisiones globales (un 3 %) obedece a que más de tres cuartas partes de la población mundial nunca ha volado y resalta que, por ejemplo, volar de Estocolmo al sur de España supone emitir más de una tonelada de CO2 por persona.

Vergüenza de volar

En la decisión de crear la campaña influyó el debate en Suecia sobre la necesidad de dejar de volar, en el que jugó un papel central la mezzosoprano Malena Ernman, madre de la activista Greta Thunberg, quien meses después iniciaría una huelga climática, origen de un movimiento global.

En ese contexto surgió el concepto de «flygskam» (vergüenza de volar), aunque muchos activistas rechazan esa etiqueta.

«No queremos que la gente sienta vergüenza, sino que se dé cuenta del problema, no queremos moralizar», afirma Rosén, mientras que Albert Örrling, uno de sus colaboradores, resalta que esa palabra no fue introducida por los ecologistas, sino por los negacionistas, trasladando el foco de la acción a los sentimientos.

Un estudio del laboratorio de ideas liberal Fores revela que la mayor parte de las personas que han dejado de volar en Suecia no lo han hecho por vergüenza, sino por concienciación ante la crisis climática y por la urgencia del problema, que también generan reacciones emocionales.

«Me sentía deprimida, con ansiedad, tuve que empezar a reducir mi consumo de noticias porque me estaba afectando a la salud», asegura Camila Lekebjer, empleada en la Universidad de Malmoe (sur de Suecia) y que lleva año y medio colaborando con la campaña.

A diferencia del resto de Europa, en 2019 en Suecia bajó un 4 % el número de pasajeros en avión y la tendencia se mantiene, con una caída del 8 % en enero respecto al mismo mes de 2018, según cifras oficiales.

Los expertos hablan de factores como la pequeña tasa a los vuelos introducida por el Gobierno sueco y la debilidad de la corona, pero también de motivos medioambientales.

Aunque el objetivo de lograr que 100.000 personas (un 1% de la población sueca) se comprometieran de forma colectiva a no volar en 2020 quedó lejos (apenas 14.000), Rosén destaca que la campaña ha aumentado la concienciación sobre el problema y que se ha extendido a nueve países más, Perú entre ellos.

Una de las principales preocupaciones de Maja Rosén, que se dedica al 100 % a la campaña gracias a las donaciones que le han permitido contar con un sueldo mínimo, es consolidar la red de colaboradores en Suecia y poder emplear a alguna persona que le ayude.

La idea es lanzar una campaña global antes del verano, con una web internacional que permita que desde cualquier país se pueda hacer el compromiso, además de dirigirse de forma específica a las empresas.

Auge del tren

«He hablado con muchas organizaciones y compañías, muchos admiten que podrían reducir sus vuelos a la mitad porque bastantes reuniones se podrían hacer a distancia», señala Rosén, que recuerda que en Suecia, por ejemplo, el 80 % de los vuelos son privados y, de ellos, la mayoría por placer.

El debate sobre la conveniencia de dejar de volar ha provocado de forma indirecta un auge del transporte ferroviario: la empresa estatal sueca SJ registró el año pasado un récord de pasajeros.

El Gobierno sueco ha encargado un estudio sobre la posibilidad de recuperar los trenes nocturnos al resto de Europa a la Agencia Estatal de Transportes, que en sus conclusiones provisionales ve viable conectar a corto plazo Malmoe con el sur de Alemania y, a más largo plazo, con destinos como Bruselas o Berlín.

EFE

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