Su agenda del sábado – ya cancelada- incluía encuentros con el jefe de la oficina de obispos del Vaticano, con los nuncios en Líbano y Francia y con un arzobispo ucraniano. Los actos cancelados eran dos audiencias oficiales, eventos formales que se celebran el Palacio Apostólico donde Francisco había ofrecido un discurso y saludado a un gran número de asistentes al final. Uno de ellos era un encuentro con una organización internacional de bioética y otro con miembros de la orden religiosa Legión de Cristo, salpicada por escándalos de abusos sexuales.
Se espera que el domingo Francisco deje el Vaticano acompañado por la plana mayor de la Santa Sede para participar en una semana de ejercicios espirituales cerca de Roma, un retiro que se repite cada año al inicio de la Cuaresma.
El papa apareció por última vez en público durante la misa del Miércoles de Ceniza, el 26 de febrero, cuando fue visto tosiendo y sonándose la nariz. Al día siguiente canceló una misa en Roma con otros sacerdotes, y el viernes no acudió a una audiencia con los asistentes a una conferencia sobre inteligencia artificial.
El Vaticano enfatizó que Francisco celebra misa cada mañana y saluda a los asistentes, antes de continuar con su trabajo desde su casa.
La enfermedad de Francisco coincide con un momento de alarma general en Italia por el brote de un coronavirus, que mató a 21 personas en el país e infectó a más de 800 personas, en su mayoría en el norte.
Veintiún muertos, más de 800 infectados, once municipios aislados, eventos culturales y deportivos suspendidos, cancelaciones masivas en hoteles y vuelos, desplome bursátil de un 11 %, estas son algunas de las consecuencias de la primera semana del coronavirus en Italia.
Si bien es cierto que los dos primeros casos de COVID-19 se detectaron en Italia a finales de enero, cuando dos turistas chinos -que ya se han curado- dieron positivo y fueron ingresados en un hospital de Roma, la emergencia por el coronavirus se ha producido en el país en la última semana.
El 21 de febrero las autoridades italianas detectaron los primeros dieciséis casos en las regiones de Lombardía y Véneto, y a partir de entonces no han dejado de crecer hasta alcanzar la cifra de los 821 pacientes contagiados.
El pánico se apoderó en un primer momento de Italia, pero a mitad de semana las autoridades cambiaron su discurso e intentaron transmitir tranquilidad y confianza, tras asumir que el varapalo económico puede ser durísimo para la tercera economía del euro, que ahora corre el riesgo de entrar en recesión.
A medida que los casos en Italia iban subiendo también otros países europeos informaban de nuevos casos y la incertidumbre se iba adueñando de los mercados, que han vivido su peor semana bursátil desde la crisis de 2008.
La Bolsa de Milán también se ha resentido y si bien cerraba el 24 de febrero con una caída del 5,43 %, la peor sesión desde 2016, su hundimiento acumulado en cinco días ha sido de casi el 11 %.
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