China aumentará el gasto para revivir su economía, golpeada por la pandemia del coronavirus, y frenar la creciente destrucción de empleo, dijo el viernes el máximo responsable económico del país, que no presentó estímulos masivos como los lanzados por Estados Unidos o Japón.
En un discurso ante legisladores, el primer ministro, Li Keqiang, señaló que Beijing no fijaría un objetivo de crecimiento económico para este año — un dato habitual en los planes gubernamentales — para centrarse en la lucha contra el COVID-19, la enfermedad causada por el virus.
La batalla contra la pandemia “todavía no ha terminado”, advirtió Li, quien instó al país a “redoblar nuestros esfuerzos” para revivir la comprometida economía.
La pandemia se inició en Wuhan, una ciudad del centro del país, en diciembre y llevó al gobierno a aislar ciudades con una población combinada de 60 millones de personas. Esto se suma a las tensiones que enfrenta el gobernante Partido Comunista, como las protestas antigubernamentales en Hong Kong y una guerra arancelaria con Washington.
China ha reportado 83.000 contagios y 4.634 decesos y fue la primera economía en paralizar fábricas, tiendas y vuelos para combatir el virus. Fue también la primera nación que se reactivó en marzo, pero sigue luchando por recuperar su actividad.
Los analistas del sector privado creen que hasta el 30% de la fuerza laboral urbana china, alrededor de 130 millones de personas, perdieron su empleo al menos de forma temporal. Hasta 25 millones de empleos podrían desaparecer de forma definitiva este año, agregaron.
El déficit presupuestario del gobierno podría incrementarse en 1 billón de yuanes (140.000 millones de dólares) en este ejercicio para ayudar a cumplir objetivo como la creación de 9 millones de empleos urbanos, señaló Li. Esto está en línea con las expectativas de un mayor gasto, pero sería apenas una fracción de los paquete de estímulos de más de 1 billón de dólares lanzados en Estados Unidos, Japón y Europa.
“Estas son medidas extraordinarias para un momento inusual”, dijo el primer ministro en un discurso televisado a toda la nación.
Según Li, Beijing no ha establecido un objetivo de crecimiento por la “gran incertidumbre” de la pandemia y para permitir que las autoridades se centren en otras metas.
En el primer trimestre del año, la segunda economía del mundo se contrajo un 6,8% con respecto al año anterior luego de que las fábricas, los viajes y otros sectores empresariales se paralizaron para frenar las infecciones. Las previsiones apuntan a un crecimiento inexistente o muy bajo este año, frente al 6,1% de 2019, que ya era el dato más bajo de las últimas décadas.
El gran déficit “indica un apoyo político significativo a la recuperación nacional”, dijo Louis Kuijs, de Oxford Economics, en un reporte.
Pero Beijing es reacio a lanzar estímulos que se sumarían a la ya elevada deuda china y supondrían una carga más para el sistema financiero, agregó Kuijs.
Li también se comprometió a trabajar con Washington para cumplir la tregua comercial firmada en enero dentro de su disputa sobre las ambiciones tecnológicas de Beijing y su superávit comercial. El funcionario no ofreció más detalles, pero el presdiente de Estados Unidos, Donald Trump, ha amenazado con revocar el acuerdo si China no adquiere más exportaciones estadounidenses.
La relación con Washington se tensó más por las acusaciones de Trump de que la nación era la culpable de la propagación global del virus.
También el viernes, el gobierno chino anunció que el presupuesto militar, el segundo mayor del mundo por detrás del estadounidense, subirá un 6,6% a 1,3 billones de yuanes (178.000 millones de dólares). Esta partida excluye, por ejemplo, la adquisición de sistemas armamentísticos.
La sesión anual de la Asamblea Popular Nacional de China, un organismo ceremonial, se celebra bajo intensos controles contra el COVID-19. Los funcionarios ofrecen conferencias de prensa telemáticas en lugar de verse cara a cara con los reporteros. Por su parte, los periodistas deben someterse a pruebas de detección de laboratorio antes de acceder al centro de prensa.
Está previsto que los legisladores revivan este año los estancados esfuerzos de imponer una ley de seguridad nacional en Hong Kong. La medida, un indicio de la determinación de Beijing para endurecer su control sobre el territorio semiautónomo, provocó críticas entre figuras de la oposición allí y la amenaza de Trump de retirar el estatus comercial preferencial de la ciudad.
Li no ofreció más detalles, pero Beijing ha presionado para imponer medidas en el territorio como castigos por no respetar la bandera china y una mayor educación patriótica en las escuelas.
La decisión parece estar motivada por las manifestaciones antigubernamentales que comenzaron en junio en respuesta a la propuesta de una ley de extradición y que luego ampliaron sus demandas y reclamos de mayor democracia.
El gobierno estadounidense demoró la presentación al Congreso de un informe sobre el estatus de Hong Kong para determinar si la asamblea china toma medidas que “socava aún más” su autonomía, dijo el vocero de la embajada estadounidense en Beijing, Frank Whitaker, en un correo electrónico.
El índice principal de la bolsa de Hong Kong cayó 5,6% ante la noticia. Otros mercados asiáticos también reaccionaron en baja, pero no por un margen tan amplio.
AP