El nuevo contexto geopolítico global surgido a raíz de la pandemia y marcado por la creciente desconfianza de Occidente hacia China es un escenario que ya ha empezado a perfilarse y Rumanía, donde se puede ver una de sus primeras consecuencias concretas, está marcando el camino.
Desde que se desató la pandemia, el Gobierno rumano ha expresado su voluntad de reducir la dependencia económica de Pekín y extremar la vigilancia ante la supuesta agresividad comercial del gigante asiático.
En una decisión atribuida por los expertos a la escalada de la tensión entre Washington y Pekín, Bucarest ha rescindido este mes el acuerdo que firmó en 2015 con la Corporación General Nuclear de China (CGN).
El acuerdo debía haber servido para que CGN construyera dos nuevos reactores en la central nuclear de Cernavoda, la única del país balcánico, situada junto al Mar Negro.
«Estoy convencido de que encontraremos un socio también en la Unión Europea y en Estados Unidos», ha dicho sobre los candidatos a construir los reactores el ministro de Economía rumano, Virgil Popescu, que también mencionó a Canadá entre las posibles opciones.
«Una decisión así no se habría tomado sin la bendición de los estadounidenses», dice a Efe el analista y experto en geopolítica Mihai Isac.
Como recuerda Isac, Washington expresó el año pasado su inquietud ante la posibilidad de que China construyera una central nuclear a pocos kilómetros de la base militar rumana de la OTAN Mihail Kogalniceanu, que acoge a militares estadounidenses.
«Uno de los motivos de la renuncia a proyectos chinos como Cernavoda es que se refiere a infraestructura crítica y Rumanía es un país con dos bases militares de la OTAN, una de ellas con un escudo antimisiles», explica a Efe la investigadora y vicepresidenta del Instituto Rumano para el Estudio de la región Asia-Pacífico (RISAP), Andreea Brinza.
Un efecto dominó en todo el mundo
«Creo que Cernavoda desencadenará un efecto dominó sobre el resto de proyectos nucleares (con participación China), sobre todo en Europa», afirma Brinza.
La investigadora cita como ejemplo el caso del proyecto para construir la central nuclear Hinkley Point C en el Reino Unido, en la que CGN participa junto al gigante nuclear francés EDF.
«Si CGN no renuncia, lo más probable es que los británicos renegocien o abandonen el proyecto», dice Brinza, que cree asimismo que China no será invitada a participar en los planes de expansión nuclear de otro Gobierno aliado de Estados Unidos como el de Brasil.
«Los países que son pro-estadounidenses renegociarán y mostrarán muchas más reticencias ante las inversiones chinas», pronostica Brinza, que anticipa «el mismo efecto dominó» a la hora de elegir socio para implantar la tecnología 5G.
En condiciones normales, explica Brizna, muchos países de la Unión Europea habrían elegido a la empresa china Huawei para desarrollarla, debido al precio competitivo que ofrece.
Sin embargo, la investigadora piensa que la mayor parte de socios comunitarios se decantarán en estas circunstancias por empresas de Estados Unidos para introducir la tecnología 5G.
La batalla del 5G
En medio del clima de creciente desconfianza hacia China por su actitud durante la pandemia, el primer ministro británico, Boris Johnson, puso coto a la implicación de Huawei en el desarrollo del 5G en el país e impulsó la creación del llamado 10-D (diez democracias).
Integrado por India, Australia, Corea del Sur, Francia, Canadá, Alemania, Japón, Italia, Estados Unidos y el Reino Unido, este club de potencias democráticas propuesto por Londres serviría para desarrollar un polo de innovación alternativo a China para avanzar en materia de 5G.
Por peso económico, tradición democrática y capacidad tecnológica, Rumanía está lejos de poder entrar en el club, pero ya ha dejado claro que se alinea con Estados Unidos también en la cuestión de Huawei.
En agosto pasado, Rumanía firmó con Estados Unidos un memorando comprometiéndose a utilizar «operadores de confianza y fiables» (entre los que Washington no sitúa a Huawei) a la hora de instalar el 5G.
«En el campo de la energía nuclear se han clarificado las cosas: las telecomunicaciones son la prioridad número dos», dice a Efe el diputado del gobernante Partido Nacional Liberal (PNL) rumano Pavel Popescu.
«Rumanía es el primer país del mundo que firmó un memorando 5G con Estados Unidos», declara Popescu para subrayar el compromiso del país con su aliado transatlántico.
Una ley para vigilar las inversiones chinas
El diputado de centro-derecha saltó a la fama a principios de abril al proponer una ley para prohibir la participación de China en los sectores estratégicos de la economía rumana, pero tuvo que rectificar al chocar con la Constitución el señalamiento de un país en concreto.
Popescu prepara ahora una «ley de control de las inversiones extranjeras» similar a la que existe en países como Estados Unidos o Alemania y a la que acaba de aprobar la República Checa.
De ser aprobada, la ley redoblará el escrutinio sobre las todas las inversiones extranjeras en sectores estratégicos para evitar que Gobiernos «que no son leales desde el punto de vista de la competencia» se hagan con el control de infraestructuras estratégicas o introduzcan «caballos de troya» en la economía nacional.
Como argumento en favor de su proyecto de ley, Popescu cita la advertencia formulada en mayo por el líder del Partido Popular Europeo (PPE) en la Eurocámara, Martin Weber.
El político alemán ha pedido estar alerta ante las empresas chinas que, con el apoyo del Estado, «están intentando comprar empresas europeas» en problemas debido al coronavirus, un fenómeno que también ha llamado a combatir la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager.
Una cuestión histórica
Preguntados por los motivos del vigor con que Rumanía se alinea con Estados Unidos ante sus rivales, los expertos consultados aluden a la orientación de centro-derecha del actual Gobierno de Bucarest, pero apuntan sobre todo a la historia reciente de Rumanía.
La investigadora del RISAP Andreea Brinza recuerda «el pasado comunista» de Rumanía, que entre 1948 y 1989 estuvo gobernada por un régimen impuesto por la Unión Soviética, y subraya la importancia del «factor ruso» para explicar este distanciamiento de China.
«Debido al miedo a Rusia, Rumanía estará de parte de Estados Unidos independiente de la nueva potencia que venga a Europa Central y del Este», explica Brinza.
«Estados Unidos es, por medio de la OTAN, la única potencia que puede ofrecer seguridad a Rumanía», concluye la investigadora sobre una realidad que se repite en buena parte de la Europa poscomunista.
Parte de la OTAN desde 2004, Rumanía es uno de los países más decididamente pro-estadounidenses de Europa y es percibido por Washington como un pilar fundamental para la defensa de los intereses occidentales en una región con fuerte presencia rusa como la del Mar Negro.
Con cerca de 700 militares desplegados en Afganistán, Rumanía es el quinto país del mundo que más contribuye a la misión de estabilización liderada por los estadounidenses en la nación asiática, solo por detrás de potencias como la propia Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania e Italia.
EFE