“La Iglesia celebra el 24 de junio el nacimiento de Juan como algo sagrado y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja”, explicaba el obispo San Agustín (354-430) en sus sermones en los primeros siglos del cristianismo.
San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo (de hoy en seis meses – el 24 de diciembre – se celebrará el nacimiento de Jesús).
En Venezuela, en los estados Anzoátegui, Trujillo y Aragua –y otras poblaciones costeras– vibran al ritmo de los tambores para celebrar el Día de San Juan, una expresión cultural que ha reunido, durante años, a miles de devotos.
En 2019 el Min-Cultura informó que Venezuela postulará la candidatura del culto a san Juan Bautista ante la Unesco como patrimonio inmaterial cultural de la humanidad.
El profeta del Altísimo
El 24 de junio de 2012, con ocasión de esta fiesta, el hoy papa emérito Benedicto XVI afirmó que el ejemplo de san Juan Bautista, llama a los cristianos “a convertirnos, a testimoniar a Cristo y anunciarlo a tiempo y contra el tiempo”.
Según cita el portal de Aciprensa, recordó la vida de san Juan Bautista e indicó que “si se excluye la Virgen María, el Bautista es el único santo de quien la liturgia festeja el nacimiento, y lo hace porque está estrechamente relacionado con el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios”.
“Desde el seno materno, en efecto, Juan es el precursor de Jesús: su prodigiosa concepción es anunciada por el Ángel a María como signo de que “nada es imposible a Dios”.
Benedicto XVI recordó que “el padre de Juan, Zacarías, marido de Isabel, pariente de María, era sacerdote del culto judío. Él no creyó enseguida al anuncio de una paternidad ya inesperada y por este motivo quedó mudo hasta el día de la circuncisión del niño, al cual él y su mujer le dieron el nombre indicado por Dios, es decir Juan, que significa ‘el Señor hace gracia’”.
“Animado por el Espíritu Santo, Zacarías habló así de la misión del hijo: ‘y tú niño serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados’”.
Explicó que “todo esto se manifestó 30 años después, cuando Juan bautizaba en el río Jordán, se puso a bautizar, llamando a la gente a prepararse, con aquel gesto de penitencia, a la inminente venida del Mesías, que Dios le había revelado durante su permanencia en el desierto de Judea”.
“Cuando un día, desde Nazaret, viene Jesús mismo para hacerse bautizar, Juan primero rechazó, pero luego aceptó, y vio el Espíritu Santo posarse sobre Jesús y oyó la voz del Padre celeste que lo proclamaba su Hijo”.
Benedicto XVI explicó que la misión de San Juan Bautista no se había cumplido hasta entonces, pues “poco tiempo después, se le pidió que anticipara a Jesús también en la muerte violenta. Juan fue decapitado en la cárcel del rey Herodes y así dio pleno testimonio del Cordero de Dios, a quien él, primero que todos, había reconocido e indicado públicamente”.
Benedicto XVI también recordó que «la Virgen María ayudó la anciana pariente Isabel a llevar hasta el último la concepción de Juan». «Ella ayude a todos a seguir a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, que el Bautista anunció con gran humildad y ardor profético», concluyó.
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