Un jet ejecutivo venezolano, listado como sospechoso por Estados Unidos, que aterriza en una remota capital africana; un grupo de pasajeros que incluye agentes de operaciones especiales y se aloja en un cuartel militar; un misterioso avión de transporte ruso; un barco anclado en una isla paradisíaca: son los mimbres con los que en días recientes se tejió una trama digna de una serie de espionajes. La misión era tantear un posible rescate del empresario colombiano y presunto testaferro de Nicolás Maduro de su cautiverio, en el vecino archipiélago de Cabo Verde, antes de que se le extradite a Estados Unidos. Todo eso, justo cuando se cumple un mes de su detención.
Los detalles de una escala de cuatro días cumplida en Bissau, entre el 26 y el 30 de junio reciente, por un avión Dassault Falcon 900EX de Pdvsa, la petrolera estatal de Venezuela, parecen extraordinarios, tanto por lo que sucedió, pero también por lo que podría haber sucedido.
Aunque no ha sido posible confirmar oficialmente la historia con los gobiernos de Caracas y Bissau, fuentes consultadas esta semana en una reportería colaborativa entre el diario Expresso de Lisboa y Armando.info, ofrecen versiones que permiten bosquejar las inusuales razones para los movimientos de la aeronave, que le llevaron del Caribe a África Occidental.
El envío del avión a Bissau, capital de Guinea Bissau, fue parte de un intento desesperado de Nicolás Maduro por conocer la situación de Alex Saab, su supuesto testaferro y seguro mercader, en el vecino archipiélago de Cabo Verde, donde permanece en prisión desde el 12 de junio cuando fue detenido por Interpol, y evaluar un posible rescate.
Tanto Cabo Verde como Guinea-Bissau son naciones de habla portuguesa en África Occidental, ex colonias del país ibérico.
Sobre Saab y su socio, el también colombiano Álvaro Pulido Vargas, pende un proceso por lavado de dinero abierto en el tribunal federal del Distrito Sur del estado de Florida en julio de 2019. Por esa acusación fue que Estados Unidos solicitó activar la alerta roja de Interpol que desembocó en la detención de Saab al apenas desembarcar en el aeropuerto internacional Amílcar Cabral de la Isla de Sal, una de las que conforma la nación insular de Cabo Verde. Ahora Washington lo pide en extradición mediante un proceso legal que puede extenderse hasta 65 días antes de alcanzar una decisión.
Saab y Pulido Vargas -este último, refugiado en Caracas, según versiones- fueron objeto de una sanción del Departamento de Justicia estadounidense en el verano de 2019 por redituar de la corrupción en el negocio de las llamadas cajas Clap, y no se descarta que se les inicien otros juicios en jurisdicciones norteamericanas por su participación en ese negocio, así como en el comercio ilegal del oro venezolano a países como Turquía. En Colombia hay un auto de detención contra Saab. En México, las autoridades de la Unidad de Inteligencia Financiera han anunciado una investigación de la red de complicidades tejida en ese país por la dupla de empresarios colombianos en el desarrollo del negocio de suministros de alimentos para los CLAP, mientras se conoce que la justicia del Reino Unido también muestra interés por ellos.
Sin embargo, el trofeo mayor para los servicios de inteligencia occidentales no consiste en el eventual procesamiento de Saab, sino en la información que seguramente tiene sobre el funcionamiento del círculo íntimo de Maduro y sus negocios. Su testimonio podría ayudar a decodificar el entramado que permite oxigenar todavía las finanzas de los jerarcas del chavismo y asestarle un golpe letal. Pero, también por eso, el Gobierno de Venezuela se está moviendo con una premura y un énfasis inusitados para librar a Saab de su cautiverio y traerlo de vuelta a Caracas, algo que se ha convertido para el chavismo en un objetivo prioritario.
En una primera reacción oficial, el canciller venezolano, Jorge Arreaza, a través de un comunicado, afirmó que Saab se encontraba cumpliendo una misión humanitaria y comercial como “agente del Gobierno Bolivariano” para la que detentaba pasaporte e inmunidad diplomática. Luego ha dirigido dos cartas al presidente de Cabo Verde, Jorge Carlos Fonseca. El mandatario africano, en una declaración de calculada ingenuidad. admitió en días pasados que no recordaba haber recibido jamás tantas llamadas de gobiernos extranjeros como desde la detención de Alex Saab, cuyo caso calificó de “delicado” para la justicia de su país por los intereses implicados.
Pero mientras eso ocurría en los canales formales de la diplomacia, Caracas empezó a tomar otras previsiones. Parte de ellas fue el vuelo del avión matrícula YV2486 de Pdvsa, que en enero de este año fue incluido en la lista OFAC del Departamento del Tesoro por ser una de las aeronaves en la que se trasladan jerarcas del chavismo. Su solo paso por el archipiélago de Cabo Verde, reflejado en portales especializados en el rastreo de vuelos, desató los rumores en las redes sociales.
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