La misión Solar Orbiter, que hoy ha presentado sus primeras imágenes tomadas del Sol, cuenta con una importante participación española, que colidera el magnetógrafo SO/PHI, el cual ha trazado el primer mapa del campo magnético de nuestra estrella sin intervención humana y desde el espacio.
«Estamos muy contentos. SO/PHI se ha comportado muy bien y desde el principio está suministrando informaciones interesantes», ha señalado a Efe, en conversación telefónica, el coinvestigador principal del instrumento José Carlos del Toro Iniesta, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC).
Solar Orbiter, de la Agencia Espacial Europea (ESA) con participación de la NASA, despegó el pasado febrero y ahora, tras completar su puesta en servicio, está en fase de crucero que le llevará hasta solo 42 millones de kilómetros del Sol.
A mediados de junio ya se acercó a 77 millones de kilómetros, la mitad de la distancia que separa la Tierra del Sol. «Nunca el ser humano había llevado cámaras tan cerca, ni se habían hecho cálculos como el nuestro de forma autónoma», agrega.
España tiene un importante papel en Solar Orbiter, misión en la que además lidera el Detector de Partículas Energéticas (EPD) y ha colaborado en la creación de otros instrumentos.
El EPD, que estudia la composición, los flujos y las variaciones de las partículas energéticas emitidas por el Sol, también ha empezado a trabajar y «fue realmente una experiencia emocionante el recibir los primeros datos», dice en un comunicado Javier Rodríguez-Pacheco, de la Universidad de Alcalá e investigador principal de este instrumento.
El magnetógrafo SO/PHI, que cuenta con dos telescopios, uno de ellos -el de disco completo- creado por el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) en el seno del consorcio español liderado por Del Toro, ha realizado el primer magnetograma de nuestra estrella desde una perspectiva inédita en Tierra.
El campo magnético solar es responsable de casi toda la actividad del Sol, desde las manchas a las tormentas solares o el viento solar, un flujo continúo de partículas energéticas que emite la corona solar.
SO/PHI, coliderado también por Alemania, es un instrumento «tremendamente complejo» -dice Del Toro- capaz de hacer con la luz y por sí solo, todo lo que un astrónomo puede realizar, como imagen, espectroscopía o polarimetría.
Esta autonomía es posible gracias a su inversor electrónico de la ecuación de transporte radiativo, un chip único en el mundo y desarrollado en el IAA-CSIC.
Los datos que obtiene SO/PHI de la luz solar deben traducirse para poder obtener mediciones del campo magnético, la velocidad y la temperatura del plasma solar.
El inversor electrónico realiza esa traducción a bordo de la nave y, mientras ese proceso en Tierra se realiza con 50 ordenadores trabajando durante una hora, él lo hace en solo 20 minutos, explica.
SO/PHI ha sido construido por un consorcio internacional y, por parte española, han participado el IAA-CSIC, el INTA, las universidades Politécnica de Madrid, de Barcelona, de Valencia y el Instituto de Astrofísica de Canarias.
La nave acaba de iniciar su fase de crucero, pero cuando se acerque más al Sol «creemos que vamos a encontrar muchas cosas de verdad impactantes».
La puesta en servicio de Solar Orbiter ha coincidido con la pandemia de la COVID-19, que la ha convertido en «la primera misión espacial científica cuyos instrumentos se han cotejado desde casa», debido al confinamiento.
Si quince días antes «me hubieran dicho que lo tendríamos que hacer desde casa, no me lo habría creído», pero la ESA «puso más medios, nos hemos traído a casa el material que tenemos en el despacho, que tiene más capacidades» y, al final, todo ha salido como estaba previsto.
EFE