Moisés Rodríguez, subgerente general de los Cardenales, esperaba la llamada que llegó finalmente el viernes 31 de julio.
“Eran las siete de la mañana y suena el teléfono. Me asusto porque sé que puede ser ESA llamada”, comentó Rodríguez.
Después de 20 años en el béisbol, cumpliendo distintas funciones, desde enlace con la prensa hasta buscatalentos en el exterior, Rodríguez tiene una misión que jamás pensó le tocaría cumplir: rastrear los contactos de los peloteros y el personal en medio de una pandemia.
Decenas de empleados de las Grandes Ligas están abocados a una función considerada vital para que se pueda completar una temporada abreviada de 60 juegos en medio del brote de COVID-19, que obligó a postergar 18 encuentros en los primeros ocho días del torneo. La misión requiere sensibilidad y diligencia, así como confianza entre los peloteros y sus patrones.
Rodríguez habló con la Associated Press el martes 28 de julio, antes de que se revelase que varios jugadores y empleados de los Cardinales se habían contagiado del virus, obligando a aplazar su serie del fin de semana con los Cerveceros y la siguiente con los Tigres.
Rodríguez ya había ayudado a detectar dos contagios en la pretemporada.
“Es algo nuevo para mucha gente”, manifestó al comentar su experiencia después de esos dos primeros casos.
Cuando se recibe la confirmación de que una prueba dio positivo, los encargados de investigar los contactos que tuvo el pelotero entran en acción. Se les pide a las personas infectadas que informen lo que hicieron en las 48 horas previas al examen o a los primeros síntomas, para alertar a todo aquél con el que hayan tenido un contacto estrecho, hacerles pruebas y colocarlos en cuarentena, para evitar la propagación.
El programa de la liga no incluye a personas ajenas a los equipos, como empleados de hoteles, pero se hace lo posible por alertar a los servicios de salud pública y a las empresas involucradas.
Al menos dos empleados de cada novena fueron nombrados para rastrear contactos en junio. La liga dijo que el personal médico y los empleados bilingües eran los candidatos ideales, pero dejó que los clubes decidiesen a quiénes nombrar.
“El principal requisito es que estén pendientes de los detalles”, manifestó Bryan Seeley, vicepresidente senior del departamento de MLB que supervisa el programa.
Rodríguez conoce a algunos peloteros de los Cardenales desde que eran adolescentes. Fue director de las operaciones internacionales del equipo y habla español, por lo que era el candidato ideal.
Apenas se comprueba un positivo, Rodríguez debe comunicarse con la persona infectada y mantener una conversación delicada.
“Hay que tratar de ser comprensivo y al mismo tiempo conseguir los detalles que uno necesita. No es fácil”, dijo Rodríguez.
Rodríguez comprobó que la confianza es vital. Si el jugador teme que el club lo pueda castigar por violar algún protocolo, tal vez no revele todos los contactos que tuvo.
“Es de esperar que los jugadores se pongan a la defensiva porque se les pregunta qué hacen en su vida privada”, expresó. “Es normal, ¿no le parece? ¿Por qué me pregunta estas cosas?”.
Incluso cuando los peloteros son honestos, rastrear todos sus pasos e identificar los contactos que tuvo no es sencillo. Los peloteros no siempre se acuerdan de todos sus contactos en la entrevista inicial y se los alienta a que se mantengan en contacto con los rastreadores en caso de que recuerden algo que no mencionaron.
Los rastreadores, no obstante, deben saber qué preguntas hacer.
El hecho de que Rodríguez conociese a muchos de los peloteros desde hacía años le resultó útil. Sospechaba dónde se podían haber reunido.
“Les pregunté, ‘oye, ¿saliste de tu habitación? ¿No fuiste al parque a practicar un poco?’”, relató. “Ese tipo de preguntas me resultaron muy útiles. Me dijeron algunas cosas”.
Los equipos tienen otras herramientas para rastrear los contactos, como planillas con el asiento de cada jugador en un autobús y programas de viaje con detalles reveladores. Al menos un equipo revisó videos de cámaras de seguridad para ver posibles contactos.
Los rastreadores deben completar un curso virtual de dos horas.
AP