Michelle Obama lanzó una apasionada condena del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la primera noche de la Convención Nacional Demócrata, y advirtió que las crecientes crisis que enfrenta el país solo empeorarán si sale reelegido frente a Joe Biden.
“Donald Trump es el presidente equivocado para nuestro país”, declaró. “No puede enfrentar este momento. Simplemente, no puede ser quien nosotros necesitamos que sea”.
La ex primera dama, una de las mujeres más respetadas del país, era la cabeza de cartel en la primera convención presidencial de la era del coronavirus. No hubo un centro de reuniones ni vítores durante el evento virtual el lunes por la noche. Pero fue una oportunidad para que los demócratas, y algún republicano, respaldasen a Biden, el nominado del partido a la Casa Blanca.
Bernie Sanders, el senador progresista de Vermont que fue el último rival de Biden durante las primarias, animó a sus seguidores más leales a votar por el exvicepresidente en noviembre, alegado que el país no podrá sobrevivir a otros cuatro años de Trump. Además, respaldó el plan de atención médica de Biden, una de sus diferencias más notables.
Pero fue Michelle Obama quien, en su cuarta aparición en una convención, volvió a protagonizar un momento electrizante. Con un collar con la palabra “vota”, aprovechó su popularidad entre los votantes afroestadounidenses y las mujeres con educación universitaria de las zonas suburbanas, los votantes que Biden necesita.
“Si piensan que las cosas no pueden empeorar, créanme, pueden y lo harán si no hacemos un cambio en esta elección”, dijo llamando a la acción a la coalición de votantes jóvenes y diversos que mantuvieron a su familia en la Casa Blanca por dos legislaturas.
Biden aceptará formalmente la nominación el jueves cerca de su casa, en Wilmington, Delaware. Su compañera de fórmula, la senadora de California Kamala Harris, que es la primera mujer negra en una boleta presidencial, intervendrá el miércoles en la noche.
Antes de que eso ocurra, Biden trató de mostrar en la primera noche de la convención el amplio rango ideológico de sus partidarios.
El mensaje unificado fue presentado en el lanzamiento por parte de los demócratas de la primera convención para una nominación presidencial de la era del coronavirus.
“Amigos, les digo a ustedes y a todo el mundo que respaldó a otros candidatos en estas primarias y a los que pudieran haber votado por Donald Trump en las últimas elecciones: El futuro de nuestra democracia está en juego. El futuro de nuestra economía está en juego. El futuro de nuestro planeta está en juego”, declaró Sanders.
Kasich dijo que su estatus como republicano de toda la vida “queda en segundo lugar frente a mi responsabilidad con mi país”.
“En épocas normales, algo como esto probablemente nunca ocurriría, pero estos no son tiempos normales”, dijo en referencia a su participación en la convención de los demócratas. “Muchos de nosotros no podemos imaginarnos cuatro años más por este camino”.
Sin embargo, sigue habiendo dudas sobre si el evento, celebrado en hora de máxima audiencia nocturna, entusiasmará lo suficiente a las facciones dispares que Biden espera convencer.
Los republicanos enfrentarán un desafío similar la próxima semana.
Trump trastó de socavar la gran noche de los demócratas con un mitin político en Wisconsin, donde el partido de Biden tenía previsto celebrar la convención de esta semana. Dijo que el evento de los demócratas era “una siestecita” incluso antes de que comenzara.
Los discursos del lunes estuvieron enmarcados por emotivas presentaciones de estadounidenses de a pie afectados por las crisis surgidas durante el gobierno de Trump.
Philonise y Rodney Floyd encabezaron un minuto de silencio en honor de su hermano, George Floyd, el hombre de Minnesota cuya muerte a manos de la policía desató un despertar sobre la injusticia racial en el país.
“George debería estar vivo hoy”, dijo Philonise Floyd en tono serio.
Otra de las participantes fue Kristin Urquiza, una mujer de Arizona que perdió a si padre por el COVID-19, que hasta el lunes en la noche había matado a más de 170.000 estadounidenses.
AP