La historia de los pueblos es un tejido elaborado con el hilo de los acontecimientos, cuyas huellas quedan dibujadas en el lienzo de los tiempos. La de Venezuela es también la sumatoria de eventos de esa naturaleza. Como ha ocurrido en otras partes del mundo, en nuestro país las crónicas que han nutrido los textos historiográficos han sufrido mutilaciones de forma y de fondo, hasta el punto que algunos hechos han sido deformados, incluso borrados, según la conveniencia de quienes consideraron, en su momento, que tales huellas constituían un obstáculo para sus aspiraciones o ambiciones personales o políticas. Por supuesto, nunca han podido lograr su objetivo a cabalidad, porque la verdad histórica prevalece y vuelve a la vida como el ave fénix.
En lo que respecta a Venezuela, sería mezquino negarle a un partido político como Acción Democrática, con todos sus buenos aciertos y sus grandes errores, el lugar que le corresponde en la historia nacional. Previamente a la fundación de esta organización partidista, ningún liderazgo político se había atrevido a recorrer el país y cubrir toda su geografía urbana y rural, como lo hizo el de Acción Democrática. Se internaron esos líderes en los llanos y montañas del territorio patrio, para describir y dar a conocer, a través de sus discursos, a la Venezuela rural, analfabeta, empobrecida, enferma y sumisa que habíamos heredado de la dictadura gomecista, cuya influencia permanecía casi intacta seis años después, cuando el país recibió esperanzado la noticia de la fundación de Acción Democrática, mejor conocido en lo sucesivo como el Partido del Pueblo, así denominado porque se trataba de un pueblo organizado democráticamente en un partido político, por vez primera en Venezuela.
En efecto, el 13 de septiembre de 1941, dicho acontecimiento quedó registrado en la historia nacional como un hito de significativa transcendencia social y política, cuya proyección ulterior se materializó en los cambios políticos que empezaron a definir lo que fue la Venezuela de la segunda mitad del siglo XX. Decir que el 13 de septiembre de cada año se debería celebrar el Día de la Democracia Venezolana, podría ser una aspiración justa de los demócratas del país. Si esta premisa está en la mente de quienes luchan por la paz, el civilismo, la libertad, el pluralismo político y el bienestar social y económico del pueblo, vale la pena hacer realidad dicha aspiración. ¡La Democracia merece su onomástico!
Antonio Urdaneta Aguirre / urdaneta.antonio@gmail.com / @UrdanetaAguirre