La guerra de María Auxiliadora. Por Eugenio Montoro

En los ambientes salesianos la figura de María Auxiliadora es parte de su máxima simbología. Su imagen es inconfundible, de píe, con su niño Jesús cargado con el brazo izquierdo y un cetro mesiánico en su mano derecha, larga trenza con corona y vestida de rosa con una enorme ceñida capa azul. Muchos la asocian con lo delicado, con lo virtuoso y al rezo silente, cuando en realidad la historia de su estampa ha estado casi siempre asociada a la guerra.

La imagen actual la popularizó Don Bosco, el fundador de los salesianos quien, en 1865, le encargó un gran cuadro al reconocido maestro Tomás Lorenzone. Eran tiempos difíciles para la Iglesia pues los movimientos nacionalistas que perseguían la unificación de Italia, iban en contra de la autoridad del Papa. Es posible que Don Bosco recordara el regreso triunfal de un Papa anterior, Pio VII, quien había estado preso casi seis años por Napoleón y declaró el día de su vuelta a Roma, el 24 de mayo, como el día de María Auxiliadora.

Pero de igual forma, la ocurrencia de Pío VII en su retorno, tiene relación con una victoria de guerra en las que su tocayo, Pío V, estuvo involucrado. En efecto en 1571 para detener el avance de los otomanos se hizo una alianza entre España, los Estados Pontificios, Venecia, Génova y otros, que libraron una de las batallas más importantes y conocidas de la historia, la batalla de Lepanto, donde Europa fue salvada de la invasión de los turcos. Este conflicto entre las religiones monoteístas dio pie para declarar que el éxito de los ejércitos católicos se debió a la intervención de la Virgen María auxiliando a los cristianos.

En el caso actual de Venezuela existe una situación de guerra, creada por un bando comunistoide, narcotraficante, terrorista y ahora, ratificado por la ONU, violador de toda clase de derechos humanos, torturador y asesino, que, con la ayuda del generalato y compinches de los otros poderes, ejercen la peor dictadura de nuestra historia.

Si a algún conocedor sobre conflictos mundiales le preguntáramos su opinión sobre el país que a continuación describimos, no tendría duda en afirmar que es un país en plena guerra. El PIB ha caído 80%, la inflación está sobre 1000%, los servicios básicos son fluctuantes, no hay gasolina, la pobreza supera el 90% y el ejercito pasó de 100 mil a varios millones con el uso de milicianos. Pues ese país es Venezuela.

De manera que, si claramente estamos en guerra, si la mayoría de la población es católica y si la virgen tradicional para los asuntos de guerra es María Auxiliadora, pues desde hoy la proponemos para estar al frente de este entuerto. Pero bien dice el refrán, ayúdate que Dios te ayudará, y, para poner las cosas como son y en lo terrenal, si no hacemos lo que debemos ni de lejos aparecerá la Virgen.

Todos queremos ayudar a recuperar la libertad, pues bien, aquí está el cómo hacerlo en tres pasos. 1-No más quejas, esto es lo que hay, acéptelo. 2-Propóngase hacer diariamente algo que contribuya a la salida del régimen, no importa si son cosas pequeñas. 3-Evítese confusiones y siga a una sola voz, en este caso a Juan Guaidó, quien, por la razón que fuera, hoy es el presidente. Estas tres cosas las podemos hacer sin excusas y sin esperar a nadie y si los líderes políticos también las hicieran tendríamos el poder necesario para salir del régimen en poco tiempo.

¿Qué nos impide hacer estas cosas? En el caso de las personas es muy claro, preferimos ser espectadores que actores. Ser espectador no requiere esfuerzo y si algo sale mal es culpa de otro. Pasar de espectador a actor es la misma diferencia entre ser un habitante o ser un ciudadano. No es muy difícil y, de ahora en adelante cuando hable o haga algo, reflexione si está en el oficio de espectador o de actor.

En el caso de los líderes políticos de cualquier pelaje la cosa es diferente pues estos si son actores en la lucha para salir del régimen, pero queriendo todos ser la figura principal. Para ser esa figura principal cada uno expresa sus opiniones tratando de acaparar la atención de muchos seguidores. El problema aparece cuando las opiniones, en general, son distintas y, como ninguno cede, se forman grandes desencuentros y discusiones de gallinero. Fatal para conducir una guerra. Pero, aunque no lo parezca, también es bastante fácil resolver esto. El político solo debe abandonar temporalmente su aspiración de figura principal y cambiarlo por el de patriota. Un patriota que lucha para recuperar la libertad sin importar el puesto que le toque desempeñar dentro de un enorme equipo de lucha.

Le pediremos entonces, a nuestra muy recordada María Auxiliadora, que nos ayude para que se marchen los bichos rojos, que nos ayude para que los espectadores pasemos a ser ciudadanos en acción y que ayude a nuestros políticos a convertirse en los patriotas que necesitamos.

 

Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es

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