Un equipo de científicos ha descubierto un cambio abrupto en la función del sueño que tiene lugar cuando los humanos alcanzamos aproximadamente los dos años y medio de edad, pasando de un crecimiento rápido a una función de control de daños permanente, según un comunicado de la Universidad de California en Los Ángeles.
Antes de esa edad el cerebro crece muy rápidamente y a ello ayuda el llamado sueño de movimientos oculares rápidos (MOR) para construir y fortalecer las sinapsis, las conexiones entre las neuronas de nuestro cerebro.
Sin embargo, una vez superado el umbral de dos años y medio, la función principal del sueño cambia permanentemente a una de mantenimiento y reparación, sugieren los investigadores en su estudio publicado en la revista Science Advances.
Los recién nacidos pasa la mitad del tiempo que duermen en sueño ROM, a los 10 años este desciende hasta un 25 % del tiempo de sueño, cantidad que va descendiendo con los años. Los adultos de más de 50 pasan aproximadamente un 15 % de su tiempo de descanso en ROM.
Todos los animales, y los humanos no somos una excepción, experimentan un daño cerebral durante el tiempo que estamos activos. Esta degradación produce desechos, en forma de genes y proteínas dañadas, que pueden acumularse con el tiempo y causar enfermedades.
El sueño es el mecanismo con el que se ayuda a eliminar estos desechos y casi todo este mantenimiento mientras dormimos, según uno de los autores principales del estudio, Van Savage.
«Me sorprendió lo enorme que es este cambio en un corto período de tiempo, y que este cambio ocurra cuando somos tan jóvenes», dijo Savage. «Es una transición que es análoga a cuando el agua se congela convirtiéndose en hielo».
Los investigadores analizaron en su estudio los datos del sueño, tomados de niños de entre 0 y 15 años, utilizando modelos que se centraron en la tasa metabólica del cerebro de cada participante, y la cantidad de tiempo que pasaron en sueño MOR.
Los autores del estudio recalcan la importancia de conseguir un mínimo de horas de sueño, ya que la privación crónica de sueño probablemente desempeñe un papel importante en el desarrollo de problemas de salud como demencia y otros trastornos cognitivos, la diabetes y la obesidad, entre otros.
«Luché contra el sueño y pasé noches en vela cuando estudiaba en la universidad, y ahora creo que fue un error», dijo Savage. «Me hubiera ido mejor con una buena noche de sueño. Ahora, cuando me siento cansado, no me siento culpable por dormir,» enfatizó.