Desde la noche del viernes 9 de octubre, el portal de La Gran Aldea se encuentra offline debido a un ataque legal promovido por Haiman El Troudi, que tiene como principal objetivo desaparecer el artículo titulado “La nueva cara bonita de Haiman El Troudi”, que aparece en la primera página de resultados de búsqueda de Google al consultar por “Haiman El Troudi”.
En su cuenta oficial de Twitter, La Gran Aldea explicó el ataque a su portal: “Este artículo, que el señor El Troudi y su equipo legal no quieren que sea leído, cita información importante sobre su participación como diputado, sus viajes a París y la congelación de 48 millones de dólares a su esposa y suegra. El 21 de septiembre recibimos un correo electrónico de los supuestos representantes de El Troudi, por la nota de @fuenteseliz, aludiendo que dicha información ‘atenta gravemente contra el derecho al honor de mi representado…’. Se trata de una artimaña elaborada por una empresa que se encarga de ‘limpieza reputacional’ por internet”.
El medio señaló que, luego, el 7 de octubre, recibieron una notificación de su proveedor de una denuncia por plagio, utilizando el formulario Digital Millennium Copyright Act. que los obliga a despublicar el artículo para evitar la suspensión del servicio. “Nuestro contenido fue duplicado en otro portal y han manipulado el CMS WordPress para que muestre una fecha de publicación anterior a la de @lagranaldea. Se trata de un blog gratuito de WordPress, no un blog establecido”.
A continuación el trabajo de La Gran Aldea:
Con su rostro de niño bueno, su paso por la política fue la de un funcionario semiclandestino, pero Haiman El Troudi supo aprovechar muy bien su momento. Ahora se esfuerza por construirse una reputación paralela en las redes sociales, cambiando su franela de presunto corrupto por la de un simpático defensor del medio ambiente.
Tan poeta es Haiman El Troudi que, como dice el chiste sobre los malos poetas, viven en la Luna, pero bajan religiosamente quince y último a cobrar lo suyo. Aunque en su caso específico eso de tener un salario en bolívares le entusiasmó tan poco que su paso por la administración pública fue del tipo fugaz, probablemente porque semejante carga burocrática no le permitía fumar en paz sus habanos Cohiba Edición Limitada, 250 dólares cada uno, que solía disfrutar con sus amigos en un exclusivo restaurante de Las Mercedes, mientras los obreros del Metro de Caracas tragaban un tipo de humo bien distinto al del entonces ministro de Transporte Terrestre y Obras Públicas, al cual tantas veces contrató a los chicos de Odebrecht para que no hicieran casi nada.
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