Generalmente, la dura etapa de la independencia venezolana se centra en la narración de grandes batallas, siempre victoriosas, haciendo parecer a nuestros patriotas como super héroes de película. Pero la cosa no fue así y la primera república se pierde en 1812, principalmente, porque al joven Simón Bolívar le asignaron la custodia de Puerto Cabello y lo hizo muy mal, pues los presos se le escaparon, le quitaron armas y municiones y tuvo que salir corriendo.
Otro curioso caso de la aventura de la independencia son las tres batallas de La Puerta. La Puerta es un lugar que se asocia como el sitio de entrada a los llanos cerca de San Juan de los Morros. La primera batalla ocurrió el 3 de febrero de 1814 entre las tropas realistas comandadas por José Tomás Boves y las republicanas comandadas por el también español Vicente Campo Elías. La batalla duró pocas horas. Las tropas de Boves fingieron huir y sorprendieron y cercaron a los patriotas con la caballería. Prácticamente acabaron con todos pues en ese tiempo no se hacían presos y los mataban como respuesta al decreto de Bolívar de guerra a muerte.
La segunda batalla de La Puerta ocurrió ese mismo año entre Boves y el mismísimo Bolívar. También la ganó Boves, aniquiló al ejército patriota y acabó con la segunda república. La batalla la inició Mariño contra Boves y, tal como en las películas, de pronto apareció, en plena batalla, Bolívar con sus soldados. De nuevo los patriotas atacaron e hicieron huir a los realistas quienes los esperaban por los laterales con miles de jinetes. La derrota de los patriotas fue espantosa. De allí siguió Boves hasta Valencia y los caraqueños, aterrorizados, emprendieron su escape hacia oriente.
La tercera batalla de La Puerta ocurrió en marzo de 1818 y, aunque así la llaman, realmente se libró cerca de Calabozo. Tras su exitosa campaña de Guayana, Bolívar decide marchar al centro del País. El comandante realista Pablo Morillo se entera de los movimientos y planifica enfrentarlos para evitar lleguen a Caracas. Esta vez va a ser una larga batalla y hasta Morillo resulta herido de un lanzazo, pero los realistas finalmente triunfan. Morillo lanza la orden de “sálvense los prisioneros y respétense sus vidas”, como anticipando la regularización de la guerra que ocurrirá luego, en 1820, con su famoso encuentro y conversación con Bolívar en Trujillo. Con esta victoria, Pablo Morillo asegura el control de la Capitanía de Venezuela y se le nombra “Marqués de La Puerta” cosa que hoy utilizamos como título de estas líneas.
La razón de este recuento es demostrar que perder batallas es también parte de la lucha que desde hace mucho libramos contra esta dictadura. Si a Bolívar le hubieran desanimado e inmovilizado las derrotas seguiríamos siendo una Colonia. Así que no importa cuán difícil nos pongan la tarea y cuantos desastres tengamos que sufrir, nada nos debe detener en la marcha para recuperar la libertad y la democracia en Venezuela.
Pero también queremos usar estos pasajes de historia para el caso particular de la Consulta Popular que se adelanta en estos días. Para beneficio de los que no conocen del asunto se trata de unas preguntas que se harán a todos los ciudadanos, en Venezuela y en el exterior, para que reafirmen si quieren que se termine el régimen de Maduro, que se activen todos los mecanismos de presión para tener elecciones para presidente y si rechazan la farsa electoral roja del 6 de diciembre.
Algunos opositores dicen que ya se hizo algo parecido el 16 de julio del 2017 y no sirvió para un carajo y otros se preguntan qué va a pasar después. La respuesta es parecida a las batallas de La Puerta, así que no importa cuantas veces tengamos que repetir las acciones y en cuanto a que va a pasar después de la consulta, pues vendrán más ofensivas hasta ganar. No hay que temer a la incertidumbre. Solo los inseguros ansían la seguridad.
La Consulta debe verse como una orden de la máxima autoridad. En efecto, la Asamblea Nacional es reconocida por todos como el único poder legítimo de Venezuela y así mismo el presidente Guaidó. De manera de que si ellos deciden impulsar una Consulta Popular no queda otra que cumplir ese mandato. Cualquier acto de crítica o desobediencia no es correcto y en las guerras eso no se permite. Nuevamente, Bolívar nos marca el molde con el sonado caso de Manuel Carlos María Francisco Piar. Quería andar de su cuenta, como algunos pocos de hoy, y Bolívar lo hizo enjuiciar y lo fusilaron. Quizás esto no ocurra ahora, pero que quede claro, para los criticones de la consulta, cual habría sido su pena en los tiempos del niño Simón.
Cerramos con una de Churchill “El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”.
Estamos cerca. Huele mucho a victoria.
Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es