Para Mercedes Malavé
Hoy Venezuela vuelve a ser convocada a un acto electoral que no necesariamente es democrático, contradicción esta que llena a los venezolanos de confusión y pesimismo, una contradicción producida por una elite que no ha sabido interpretar las necesidades del venezolano y que ha colocado los interés privados por encima de los públicos, no me cansaré de repetir al filósofo Maritain cuando acertadamente nos recuerda que “el todo es superior a la parte” en concordancia con las sagradas escrituras de la Biblia cuando dice “un reino dividido contra sí mismo, no puede permanecer”
El problema de hoy no es votar o abstenerse, esta elección no resuelve absolutamente nada, el problema real es orgánico y espiritual, Venezuela es un cuerpo social parecido al personaje literario de Frankenstein, hemos traicionado nuestros principios y valores convirtiendo nuestra tierra sagrada en terruño de bárbaros, esa traición ha sido costosa y el castigo ha sido como el de Zeus a Prometeo, una sociedad inmortal que repetidamente da muestras de progreso pero que siempre muere en el intento, ciclos históricos de avance y retroceso que venimos repitiendo por más de doscientos años.
Sin embargo como le decía a un amigo en estos días, tenemos derecho a la queja pero no a quedarnos en ella, los problemas se solucionan ocupándose, Venezuela aún es una sociedad muy joven, comparado con las sociedades europeas tenemos una diferencia de más de dos mil años, el trayecto es largo y faltan muchas cosas por hacer, la Esperanza juega un rol estelar porque ella es infinita e inagotable pero lamentablemente nuestro tiempo vital individual y no el colectivo, atenta contra nosotros mismos, nos angustiamos sucumbiendo fácilmente en la desesperación, una desesperación que daña y paraliza, todos consecuencia de nuestros miedos que según la filósofa Martha Nussbaum es el peor enemigo de la Democracia.
Nos olvidamos de que la verdadera trascendencia es trascender en el semejante, es la construcción de la humanidad a través de las generaciones y cada generación tiene una responsabilidad con la otra, lo más parecido a una carrera de relevo, una generación que le pasa el testigo a la siguiente o como decía Hegel “carne de mi carne”
No conozco otra forma de progreso y bienestar que no sea través de un trabajo mancomunado, no hacerlo es condenar la humanidad a males y sufrimientos, Venezuela no se escapa de esto y hasta que no se entienda que es un trabajo en equipo y a largo plazo no llegaremos a tener el país que la mayoría aspira que no es más que una vida digna para todos.
Votar o abstenerse hoy en Venezuela, lamentablemente no es un derecho y menos un deber, es una decisión personal en momentos de anomia y confusión en donde la decisión que se asuma es válida, en mi caso votaré por ser coherente conmigo mismo, he luchado junto a cientos de venezolanos que creemos en la ruta electoral, democrática y pacífica como mecanismo para expresarnos, cambiar y mejorar, estamos conscientes que este acto electoral no reúne las condiciones para que sea justa, asistimos a él no para ganar sino para seguir demostrando que creemos en él para lograr los cambios en Paz y así convencer a millones de venezolanos que este es el camino, tal como lo demostramos en el 2015, de tal manera que no siempre el voto es para ganar sirve también de símbolo inmaculado de los cambios en Paz.
Conscientes también estamos de que hay muchos aspirantes de dudosa trayectoria que solo aspiran enriquecer sus bolsillos, pero también es cierto que hay otros que actúan de buena fe y son honestos, es por estos últimos y por seguir apostando a los cambios en paz que iré a votar, la esperanza nunca puede apagarse y estas motivaciones morales son suficientes para que esto no ocurra. La Paz es el camino largo y la guerra el corto, pero entre las dos nunca dudaré por la Paz.
José Lombardi / @lombardijose