Los líderes políticos venezolanos tienen un poco más de veinte años tratando de lograr una unidad para destronar al chavismo-madurismo, por cierto, con muy poco éxito. Las pocas veces que han vencido en las urnas electorales -entre ellas la victoria del 2015- no lograron capitalizar esos puntos a favor. Más han sido los desatinos que la coherencia en el actuar.
Quienes en otro tiempo se atrevieron a calificar a la oposición como «escuálidos», pudieron corroborar en las elecciones de 6D del 2020, que la torta se volteó. Los que antes, con el barril de petróleo a más de cien dólares, llegaron a sacar más de siete millones de votos, quedaron reducidos prácticamente a la mitad en esta última contienda electoral. Ahora son los nuevos escuálidos.
El pasado 6D del 2020 estaban todas las condiciones dadas para continuar «comiéndose en rodajas al elefante», como diría nuestro secretario general de Unidad Visión Venezuela, diputado Omar Ávila, pero se impuso la insensatez de un sector de la oposición. Los cuatro jinetes del Apocalipsis, los cuales estaban seguros que con votos no era posible una derrota del oficialismo; pero que con una consulta popular sí. Otra incoherencia.
Retomando el tema de la Unidad, en este año -también electoral- vuelven los demócratas, (que ven en la herramienta del voto el arma letal para continuar debilitando al elefante), a albergar la esperanza de concertar una unidad ganadora con el ala opositora que no busca la toma del poder por la vía del sufragio, sino por los caminos verdes.
A esta insistencia unitaria de los opositores “electoreros”, ya se asoma la posibilidad de un nuevo llamado a la abstención por parte de los opositores “radicales” en las elecciones para gobernadores, alcaldes, concejales y diputados regionales. La pregunta es entonces: ¿con quién plantear la unidad? Porque una cosa si están todos claros: ni los unos ni los otros solos son garantía de triunfo contra el madurismo. Sin embargo, el gobierno aún con lo raquítico que está, puede arrasar con todo. Ni un concejal dejará como premio de consolación, si los «jefes o líderes» de los partidos siguen tercos como una mula esperando que otros vengan a hacer el trabajo que les corresponde. Nuestra invitación desde Unidad Visión Venezuela, es a que los dejemos solos en su eterna espera y busquemos la unidad con los militantes de esas organizaciones políticas, quienes hasta ahora han venido siguiendo «la línea del partido», pero que en el fondo reconocen que la actitud de los caudillos los está llevando a un barranco sin fin.
Nos toca a todos entusiasmar con argumentos serios a los miembros de los sindicatos, los gremios, iglesias, comerciantes, profesionales de distintas áreas, obreros, amas de casa; en fin, a la sociedad civil en general. Esa es la ruta a seguir si queremos conquistar los espacios de poder que están en juego. Muchos de ellos han entendido que fueron estafados por quienes persisten en la abstención.
En las calles de toda Venezuela a diario se oye el clamor de todo un pueblo que sufre las calamidades originadas por la mala administración de los recursos por parte de quienes tienen más de dos décadas en el poder. La gente no soporta el retroceso en su calidad de vida y está ávida de un nuevo liderazgo que pase de las palabras a los hechos.
Según Narciso Urbaneja, quien es abogado constitucionalista, político y profesor universitario, el tiempo de las los líderes quedó en el pasado, lo que ahora se impone es la figura del convocante.
Ante la crisis de liderazgo y la poca confianza en la dirigencia política, estamos totalmente de acuerdo con el planteamiento de Urbaneja, quien además sostiene que la institución idónea para ello es la iglesia, la cual es la llamada a convocar a todas aquellas personas que quieran transformar el país.
Manuel Figueroa
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