El tercer confinamiento nacional de Israel comenzó hoy a relajarse pese a la alta tasa de contagios y con temor a un nuevo pico, puesta la esperanza en que la avanzada campaña de vacunación contenga la propagación del virus.
Pese a las estrictas restricciones, Israel registró en enero los peores datos de infecciones -más de 10.000 diarios- y muertes por covid-19 desde el inicio de la pandemia, que le obligó a prolongar hasta en cuatro ocasiones este cierre, aliviado desde hoy con una lenta y cautelosa desescalada.
La vida volvió a las calles con la suspensión de las restricciones de movimiento de sus ciudadanos, que ya pueden alejarse a más de un kilómetro del domicilio, la vuelta a los centros de trabajo sin público y algunos servicios personalizados, como peluquerías.
El país se confinó de nuevo el pasado 27 de diciembre coincidiendo con el comienzo de la campaña de vacunación. Fue la tercera vez y sin que entre este cierre y el segundo de septiembre hubiera recuperado su actividad social y económica total ya que restaurantes y lugares de ocio se han mantenido cerrados.
Y así continuará, porque todavía no se ha concretado el plan de desescalada, y hoy solo se levantaron mínimas restricciones como la reapertura de las reservas naturales y parques nacionales y las pensiones, siempre y cuando las personas alojadas pertenezcan al mismo núcleo familiar.
Aún así, algunos centros comerciales del país desafiaron el cierre parcial, como los del grupo Big Krayot que ha calificado las restricciones de Sanidad de «una agenda histérica», informó el Jerusalem Post.
El sistema educativo continúa suspendido y el Gabinete de Gobierno debatirá esta tarde si permitir y cómo la reactivación de preescolar y parte de primaria.
La tercera ola sigue sin estar controlada en el país, según las autoridades israelíes, por las nuevas cepas de coronavirus. Desde el pasado 24 de enero el único aeropuerto internacional del país, Ben Gurión, está prácticamente cerrado para evitar la entrada de mutaciones.
El primer ministro israel, Benjamín Netanyahu, ha asegurado que el 80% de la morbilidad en Israel proviene de la variante británica.
Además, las contantes violaciones del confinamiento por sectores de la sociedad enfrentaron a Netanyahu con su socio de Gobierno, Beny Gantz, que exigió elevar las multas y una mayor intervención de las fuerzas de seguridad para hacer cumplir las normas.
Multitudinarios funerales de la comunidad ultraortodoxa, cuando el Ejecutivo debatía la semana pasada ampliar el cierre, enfadaron a la opinión pública.
Pese a las discrepancias, Israel se arriesgó hoy a iniciar una insegura desescalada, con una tasa de positividad por encima del 9%, mientras Netanyahu apremia a la población a inocularse después de una ralentización en la campaña.
Desde la semana pasada, las mutuas sanitarias vacunan a todos los ciudadanos de más de 16 años. Según datos de Sanidad, hasta hoy, 3.426.415 personas, de unos nueve millones de habitantes, han recibido la primera dosis y 2.015.108, la segunda.
Los datos preliminares del Ministerio de Sanidad muestran un mínimo de contagios -0,04%- pasada una semana después de la segunda dosis, y en estos datos las autoridades confían en contener la propagación del virus.
La tasa de reproducción cayó en enero por debajo del uno, la cifra que garantiza que su expansión decrezca, sin embargo ha vuelto a superar este umbral, según un informe recogido hoy por el digital Ynet del grupo de trabajo de inteligencia militar que colabora en la lucha contra la pandemia.
«Más que nunca, la gente necesita mostrar responsabilidad personal y acatar las regulaciones», declaró esta sección del Ejército,
El coordinador nacional de la pandemia, Nachman Ash, expresó hoy a este mismo medio sus reservas por la desescalada: «Estoy intranquilo, estamos saliendo del encierro con mucha morbilidad».
EFE