Juan Carlos Echeverry adjunto del servicio de psiquiatría del Hospital Central de San Cristóbal señaló que el COVID-19 es una enfermedad con un alto componente emocional y nervioso.
«Nosotros estamos trabajando desde el mes de abril dentro de los aislamientos, tratando de enseñarle tanto a la población como al personal de salud, cómo protegerse emocionalmente».
Echeverry destacó que la mayoría de los pacientes contagiados pierden el control de sus emociones y se recompensan.
«Nosotros hemos observado desde el punto de vista psicológico que el COVID-19 es una enfermedad que tiene mucho componente psiquiátrico«.
Añadió que es necesario enfrentar la enfermedad con una actitud positiva y de superación.
«Observamos que las personas que están contagiadas y enfermas, presentan sintomatologías muy importantes la primera es que el COVID-19 se empieza a mostrar como si fuera un trastorno de pánico y las personas se mejoran del virus pero no del pánico».
El especialista añadió que es muy importante fortalecer el autoestima y no entregarse ante ninguna enfermedad.
«El pánico con todo y que tiene un componente netamente emocional es muy posible que es lo que los está conduciendo a la muerte».
Dijo que el equipo de psiquiatría del centro centinela del Táchira ha tratado de brindar ayuda a los pacientes.
«Por otro lado observamos la depresión, muchas personas dejan de luchar contra la enfermedad, es como que perdieran las ganas de vivir».
Reforzar lazos afectivos
El especialista considera importante mantener una relación sana y armónica dentro del núcleo familiar.
«La familia es el principal refugio no solamente contra el COVID-19, el pánico o la depresión, sino contra todas las patologías sociales y médicas que podemos enfrentar en algún momento», acotó Echeverry.
Dijo que las rupturas familiares, los conflictos dentro del hogar, predisponen al individuo a contraer la enfermedad.
«También están los duelos, las muertes, las separaciones, recordemos que tenemos mucha migración en el país y esto hace que los papitos y mamitas se sientan que su función como padres ya no es necesaria y pierden las ganas de vivir», puntualizó Juan Carlos Echeverry.
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