Mientras más pasan los años, más se confirma que los métodos impuestos por décadas en Cuba, por la nomenclatura fidelista, va consolidándose en Venezuela. No hay lugar a dudas que Chávez hizo su travesía por ese “mar de la felicidad” y que regresó muy empapado de sus tradiciones. Comenzó por darse a pronunciar las mismas peroratas sin fin, por aquello de las horas que tanto él como Fidel invertían en esos maratónicos discursos para exclamar “que debían desaparecer todos los partidos”. ¡Que se vayan todos! Decían uno y otro para poner énfasis en el reclamo de “nuevos liderazgos y nuevas caras”, sin percatarse que la audiencia los miraba extrañada, mientras escuchaba semejantes contradicciones, porque si alguien reflejaba agotamiento era el propio Fidel Castro que terminó muriendo ejerciendo el poder que le parecía dado por los dioses como eterno. Con el mayor de los cinismos hablaban y hablaban como “unos radios locos” de la necesidad de actualizar los planes de sus gobiernos y la verdad es que ambos estaban empeñados en aplicar proyectos más que desvencijados.
Lo cierto es que todo lo que pusieron en marcha los grupos políticos en Cuba lo han exportado hacia Venezuela. No crean que esas arengas antiimperialistas de Chávez primero y ahora de Maduro, son cosas de sus propias imaginaciones. ¡No, en absoluto! Esas son las cuartillas que se han aprendido de memoria para repetir como loros que “todo cuanto pasa en el país es culpa de los redomados imperialistas, explotadores y capitalistas salvajes”. Pero ya sabemos que tanto Fidel como Chávez, si algo hicieron es intervenir en los asuntos de otros países, promoviendo guerrillas, respaldando financieramente a grupos irregulares o generando todo tipo de perturbaciones. Pero tanto en Cuba como ahora Maduro en Venezuela se arropan con las banderas de ese falso nacionalismo mientras le abren la cancha a las trasnacionales del narcotráfico y del terrorismo internacional. Esas operaciones las realizan al mismo tiempo que van denunciando la intervención extranjera mientras, con el mayor descaro, las elites del G2 cubano se mueven «a pierna suelta» en las guarniciones militares de Venezuela.
En definitiva tenemos que en eso del populismo, del clientelismo, de los fraudes de todo tipo y de las detenciones, torturas y fusilamiento de los disidentes, hay una estrecha relación entre ambos regímenes. Lo de fusilar en Venezuela viene desde que entraron en acción las OLP, que más que “liberar al pueblo” lo hostigan y asesinan. También está la cicatriz que lleva en su frente Maduro, después que ordenó fusilar a Óscar Pérez y a sus compañeros, aquel triste día del 15 de enero de 2018 en El Junquito. En cuanto a las cárceles y los presos políticos es justo admitir y reconocer que Maduro ha aventajado a sus tutores porque según las cuentas del Foro Penal, ahora en Venezuela superamos a Cuba en las cuentas de presos políticos. Vale decir Venezuela es, sobradamente, el país con más perseguidos y presos por disentir de las fórmulas populistas y demagógicas de sus tiranos. Pero en ambos sistemas, tanto en el cubano como hoy en día en el venezolano, aplican la formula conocida como “la puerta giratoria” que consiste en liberar, una que otra vez, presos políticos cuando les conviene impresionar a algún ilustre visitante, pero cuando ese personaje se marcha entonces gira la puerta esta vez para encarcelar a más seres humanos.
Así tenemos que en las últimas horas “Los 5 miembros de la ONG @AzulPositivo, que fueron criminalizados por su trabajo, han sido excarcelados, salen de prisión (donde hace semanas se contagiaron de #Covid19) pero aún no tienen libertad plena. El trabajo humanitario en Venezuela sigue amenazado y sin garantías”, escribió el periodista Luis Carlos Díaz. Esa es pues una prueba real de los mecanismos que activan esos regímenes para reciclar sus perversiones. Para ese tipo de funcionarios apresar, torturar y matar es natural por aquello de que “el fin justifica los medios”. No nos llamemos a engaños, esos tiranos no dejarán de proceder con esos mismos métodos sanguinarios, salvo que los desalojemos de los poderes que siguen usando para martirizar a los pueblos.
Mitzy Capriles de Ledezma