En el siglo pasado, algunos llegaron a predecir el fin de la historia, luego de la caída del muro de Berlín y el fin de guerra fría. Sin embargo, el “fin de la historia” fue solo una afirmación sin correlato con la realidad. La historia es tejida por máquinas inescrutables, instaladas más allá del intelecto humano. Al final de todo, la historia humana es una historia de la distribución del poder entre distintos grupos humanos. Eso es todo: poder. Cuando se tiene tal exceso de poder, se tiende a no escuchar otras voces y se inclina a pensar que uno siempre tiene la razón, sin importar la opinión de los demás.
La lucha violenta por el poder siempre termina en el sufrimiento de los más pobres y débiles; “las portadas de los periódicos y otros medios de comunicación, son para los generales y líderes que sobreviven en sus cuarteles protegidos por toneladas de concreto, en cambio, las tumbas y las cruces son para los inocentes que mueren o son muertos por órdenes de algunos locos que declaran guerras santas o bombardean ciudades enteras. Todo se paga en esta tierra porque todo efecto tiene una causa. La violencia es un camino corto y doloroso, mientras que el amor y la paz es un camino largo y tortuoso.
Los bárbaros que nos sorprenden en el día de hoy con su manera de utilizar el poder, son iguales que nosotros, pero están dirigidos por energías que deben gastarse para desaparecer. Somos tan pequeños en un universo tan gigantesco que resulta un mito pensar que quienes gobiernan se preocupan por la sociedad. Estamos solos en el universo y debemos encontrar el camino hacia la verdad caminando por nuestros propios medios.
Hemos elegido liderazgos que abusan de los más débiles y se apropian de riquezas que no les pertenecen. Como seres humanos decidimos caminar en contra de la verdad y eso tiene un precio. El hombre desafió y sigue desafiando los mandatos del Creador”, me dice una fuente que encontré en la plaza Candelaria, molesta porque a su juicio “nos están mandando a vivir varios metros debajo de la tierra, antes de tiempo, por un injusto acuartelamiento”. Yo me pregunto ¿No habrá llegado el momento de que el individuo comience a pensar por sí mismo y deje de poner su vida en manos de personas y agrupaciones de escasos valores?
Hay guerras entre algunas naciones, conflictos armados en otras y violentas disputas por el poder en la mayoría. Todo por el afán del poder. Hay lugares en los que se asesina todos los días y hay otros en los que reina el odio. En todos lados, la paz es la que sufre. “La paz no es simplemente la ausencia de conflicto; la paz es la creación de un entorno en el que todos podamos prosperar, independientemente de la raza, el color, el credo, la religión, el sexo, la clase, casta o cualquier otra característica social que nos distinga”, dijo Nelson Mandela.
En el 2019, todos los países del mundo aumentaron sus gastos militares en “aras de la paz”, según publica El País de Madrid. China y los Estados Unidos copan más de la mitad del gasto militar del mundo. La incertidumbre ante la crisis económica desatada por el coronavirus pone en cuarentena la tendencia al alza en los próximos años. La inversión global en defensa superó en 2019, los 1,9 billones de dólares, unos 1,75 billones de euros, y marcó un nuevo récord por tercer año consecutivo.
China quiere dominar al mundo y cada año aumenta sus gastos militares. Para el 2019 llegó a los 261 mil millones de dólares. La India tuvo 71.100 millones de dólares. ‘Las tensiones y la rivalidad con China y Pakistán son algunas de las causas principales del incremento de su gasto militar. Además de China e India, Japón con 47.600 millones de dólares y Corea del Sur con 43.900 millones de dólares, fueron los países con más gasto militar de Asia. Rusia fue el cuarto país con más gasto militar con 65.100 millones de dólares. Todos ellos juntos no alcanzan el gasto de Estados Unidos que alcanzó la respetable suma de 732 mil millones de dólares.
En el caso de Sudamérica Brasil, Argentina, Perú, Chile y Bolivia fueron los países con más gasto militar en la zona. De esos presupuestos bélicos, podrían salir unos cuantos platos de comida, atención médica y empleo para los ciudadanos. El mundo quiere leyes y tratados para abolir la guerra, forzar el desarme o reducir las Fuerzas Armadas pero las ansias de poder en cada ser humano lo impiden. Son los que gobiernan al mundo y eso cosechamos. Mientras tanto, más de 800 millones de personas pasan hambre en el mundo y más de 20 millones se encuentran en peligro de muerte.
Noel Álvarez
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