Idiota, megalómano, pseudopresidente. Los voceros oficiales venezolanos le han dicho de todo al presidente de Colombia, Iván Duque. Nicolás Maduro lo llamó narcotraficante. El ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, afirmó que incurría en la “idiotez política”. El presidente de la Asamblea Nacional de 2020, Jorge Rodríguez, acusó a Duque de albergar supuestos grupos terroristas. Las palabras son cada vez más fuertes.
“Es sorprendente el tono y creo que tiene una razón fundamentalmente política ante el relanzamiento que ha logrado Iván Duque en las últimas horas” con el estatuto para los migrantes venezolanos, asevera el internacionalista y profesor universitario Félix Gerardo Arellano. “Siempre el trapo rojo para evadir la gravedad de la crisis social que se agudiza día a día”.
Padrino López también habló sobre el Esequibo, y aunque reivindicó el Acuerdo de Ginebra, advirtió que preparan la infraestructura logística para la defensa territorial.
Consultado por contrapunto.com -vía Whatsapp- sobre los comentarios que han hecho voceros oficiales acerca de Colombia y el Esequibo, Arellano afirmó que son dos temas que hay que tratar por separado, “aun cuando puede haber coincidencias en el manejo oficial”. Por un lado “está la complejidad del caso colombiano, y por otro lado está la complejidad del caso de Guyana”, subraya.
Pero indica que “realmente llama la atención la agresividad de las recientes intervenciones de Jorge Rodríguez, de Padrino López y del propio Nicolás Maduro frente a Colombia. Un ataque agresivo, en algunos casos absolutamente irrespetuoso, utilizando un lenguaje casi vulgar”. Son “muchos años de un manejo nada prudente en materia internacional”, pero “ese incremento en las últimas horas pareciera que es una reacción ante el respaldo que ha logrado el presidente Duque, el gobierno de Colombia con la iniciativa de apoyo a los migrantes venezolanos”.
El estatuto que aprobó “le ha merecido un amplio reconocimiento internacional” y “supongo que en Miraflores hubo mucha molestia con las declaraciones de Naciones Unidas, del Departamento de Estado e, incluso, del papa Francisco”. Realmente “es una posición positiva, creativa, innovadora, retadora, difícil de sostener en Colombia donde ha ido creciendo –igual que en América Latina- una cierta xenofobia por el carácter desplazante que puede generar el migrante venezolano en materia de seguridad social, empleos, salud, educación”.
Duque encuentra “un canal de acceso con la nueva administración de EEUU”, después de haber estado asociado con Trump. “Ante ese panorama Miraflores reacciona desesperadamente”.
El tono usado “es un tono que ya conocemos, es un tono belicista, son trapos rojos que son difíciles de creer por ser tan repetitivos”, razona. “Es un falso discurso que busca promover xenofobia, que busca aglutinar el descontento nacional en torno al tema territorial” pero no lo logra. “El descontento es muy grande, la crisis humanitaria compleja es muy profunda”, con maestros que se sostienen con dos dólares, pensionados con pensiones de hambre.
El “discurso de xenofobia, un permanente cuestionamiento al gobierno colombiano por constantes invasiones” ya “se ha agotado”. Aunque “hay un control mediático” la comunidad internacional “está muy clara”.
Si la administración de Maduro denuncia a Colombia ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el gobierno de Estados Unidos puede vetarlo, recuerda. “Lo máximo que se pudiera hacer es crear una comisión, que haga una investigación”, lo que puede durar mucho tiempo.
En cuanto al reclamo con Guyana, considera que “la situación se le complicó a Miraflores cuando la Corte Internacional de Justicia se consideró competente para analizar el caso limítrofe. Una vez más Miraflores no ha sabido actuar eficientemente. Prácticamente desde que asumió el proceso bolivariano el tema de Guyana se ha ido abandonando”.
Dijo estar seguro de que los expedientes guyaneses deben tener las declaraciones de voceros oficiales, incluyendo la del expresidente Hugo Chávez Frías, que “prácticamente entregaron la soberanía del territorio en reclamación. El lenguaje procubano, promarxista por supuesto benefició al gobierno de Guyana, que ha tenido la ocupación de facto y ha empezado la exploración y explotación de los recursos naturales”.
Se fue complaciente, opinó, y luego “se empezó a cuestionar que el imperialismo norteamericano estaba allí involucrado, pero resulta que las primeras exploraciones las hicieron empresas chinas. Cuando las empresas son chinas no se cuestionan, cuando las empresas son norteamericanas sí se cuestionan”.
A juicio de Arellano “lo más delicado está por venir, porque ahora Guyana le pide a la Corte Internacional de Justicia que se pronuncie sobre el laudo arbitral (de más de un siglo) que Venezuela lo considera nulo e írrito”. Si la Corte “llega a aceptar el laudo ya queda Guyana con la situación de hecho y la situación de derecho”.
El Acuerdo de Ginebra, de 1966, abrió un espacio para buscar salidas, y precisa que debe ser “una solución práctica”, porque “reclamar las tres cuartas partes del territorio de un país no es nada sencillo, y realmente el tema central es la discusión de las áreas marinas y submarinas y la salida de Venezuela hacia el Atlántico. Ese es el punto más delicado que se estaría perdiendo ante una decisión favorable a Guyana”.
Evalúa que Venezuela desperdició la mediación de Naciones Unidas y que, mientras el gobierno bolivariano “prácticamente no realizó ninguna acción”, el gobierno guyanés creó un equipo nacional, contrató a expertos internacionales. “Ha habido una unidad nacional” en el tema territorial.
“Eso no ha ocurrido para nada en Venezuela en ninguno de los frentes: Ni con Guyana, ni con Colombia ni en el área del Caribe”, sentencia Arellano. “Ante una posible pérdida formal del territorio debe haber preocupación en Miraflores. Preocupación por lo que esto puede generar en la Fuerza Armada; controlan la cúpula pero pudiera ser que en las bases y los sectores medios haya malestar, así como en la sociedad general”.
“Ahora inician una campaña dura, agresiva, pero sin organizar una estrategia, sin conformar equipos, sin convocar a una unidad nacional”, reprochó.
Por eso, estimó que hay “un manejo irresponsable, y ese manejo irresponsable es aprovechado por el gobierno guyanés, que siempre ha planteado un enfrentamiento con un país imperial, Venezuela, poderoso, y que le está exigiendo las tres cuartas partes de su territorio”. Ha habido, insiste, “un manejo irresponsable y estamos viviendo las consecuencias de esa situación”.
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