Entre 1976 y 1981 sucedió algo fantástico en la televisión española: se emitió el programa A Fondo, fascinante por varias razones. Por allí se pasaron mentes como Borges, Dalí, Yupanqui, Cortázar y Fellini, en un formato sin grandes pretensiones. El presentador, Joaquín Soler Serrano, hacía un recorrido por la biografía de sus invitados, mientras el diálogo se ramificaba orgánicamente.
Con carisma y un gran dominio del castellano, Serrano llevaba de la mano a la audiencia, investigando los aspectos más relevantes de su interlocutor. Su uso del lenguaje y el conocimiento que tenía de los invitados dan como resultado entrevistas magistrales. Sorprende constantemente que, a pesar de que se tiene a Borges y compañía en escena, la atención gravita hacia el presentador.
Serrano contaba, además, con la habilidad de conmover a sus invitados tocando fibras sensibles. Con respeto y sin caer en la cursilería, recordaba episodios complicados en la vida de estos o mencionaba eso que admiraban.
En entrevista con Ernesto Sábato, por ejemplo, Serrano se pasea con el escritor por un inmenso espectro emocional. Se ve al argentino al borde de las lágrimas en dos ocasiones: al recordar la precariedad de su vida en París y al describir a Sancho Panza. Conmovido primero por las dificultades vividas y luego por el genio de Cervantes, Sábato se deja ver como si estuviese conversando con amigos a altas horas de la madrugada.
Al eliminar la pomposidad que suele caracterizar a las entrevistas televisadas, A Fondo creó un entorno periodístico honesto, sin maquillaje. Serrano genuinamente admira al invitado y este lo siente, con lo cual la conversación no se siente forzada o limitada a un guión. A esto se le suma el discurso magnético del español, imposible de ignorar en cualquiera de los episodios.
En un tiempo en que los intelectuales han desaparecido del ojo público, estas entrevistas son refrescantes.
Los invito a echarles un vistazo. Muchos de los episodios fueron remasterizados recientemente y se encuentran en YouTube. Disfrútenlos.
Ernesto Andrés Fuenmayor