Con miedo e incertidumbre, así navegan los venezolanos por el rio Arauca en busca de refugio tras los cruentos combates en Apure entre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y las FARC.
Muchos cruzan el caudal con sus pertenencias, mascotas y recuerdos por la violencia en sus tierras, una circunstancia que era más común al otro lado de la frontera. Son canoas llenas de utensilios y cualquier objeto que puedan cargar con sus manos… simplemente es la tragedia de un desplazado.
Ya en Arauquita son recibidos las autoridades colombianas con carpas para descansar y dormir. Allí son chequeados cumpliendo los protocolos de bioseguridad.
En la orilla colombiana se aglomeran varios ciudadanos esperando que sus familiares lleguen a salvo, mientras las canoas, vigiladas por patrullas del Ejército Colombiano se devuelve a Apure en busca de más desplazados.
Esta imagen se repite una y otra vez desde el pasado domingo 21 de marzo, cuando efectivos militares de Venezuela atacaron un campamento de la disidencia de las FARC.
En ese operativo resultaron muertos dos oficiales y un líder guerrillero. Días después, las FAES llegó al poblado de La Victoria, escenario de los combates, donde una familia fue asesinada presuntamente por funcionarios de este cuerpo élite.
Familiares de los muertos desmintieron la información oficial sobre la vinculación de los ciudadanos con grupos subversivos.
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