Ni hace ni deja hacer. Por Carlos Ismayel

Venezuela es sinónimo de muertes. Por dónde usted meta el ojo lo que lee en las noticias son partes de personas fallecidas, fundamentalmente por obra y gracia de la Covid-19, pero también por hambre, víctimas de atracos o fatalmente por suicidio, Guárico no escapa a esa tragedia, con dolor los guariqueños hemos leído que en los últimos días murieron por COVID la Dra. Elsi Gómez, Alfredito Casseres y su Padre Alfredo Casseres, Marcelita Balza, y mí gran amigo y compañero de luchas Bercelis Ron, esas muertes causaron mucha  tristeza. 

 

Lo que uno ve es un espanto que se pasea por los cuatro costados de un país azotado. Ni más ni menos. Es la propia sayona desatada llevándose cuánto médico o enfermera que se arriesga a cuidar los enfermos, en los ya destartalados hospitales, tal como denunció la Lic. Petra Malavé, Presidente del Colegio de Enfermeras del estado Guárico, quien delató que en los hospitales de Guárico no hay equipos de protección personal, ni siquiera agua, vital líquido para desinfectar los hospitales, por ello imploró para que se dotaran a los hospitales de esos equipos, y así evitar más muertes de personas útiles como la de las licenciadas Naty Cedeño y Arianny Bolívar, quienes fallecieron consecutivamente en menos de 24 horas, por ello implorando exigió muy angustiada al régimen la solución de esas precarias condiciones, porque no dan para más.

 

Y ante esas escenas dolorosas, lo que sale a relucir es la indolencia más infame que uno se pudiera imaginar de cualquier malvado que miramos en esas series televisivas en las que el protagonista de los malos es capaz de cometer las acciones más viles. Es evidente que se están muriendo de mengua centenares de venezolanos, y esa realidad, que viste de negro al país, no le produce la más mínima misericordia a quienes se cierran a que se tramiten las adquisiciones de las vacunas certificadas por Covax para que puedan llegar a territorio nacional lo antes posible. 

 

Todos estamos al tanto que ante la amenaza del virus, Maduro y sus colaboradores más cercanos se vacunaron, o sea que ya están blindados ante el peligro de contagio. Pero ¿qué pasa con los médicos, las enfermeras y los trabajadores en general de los centros hospitalarios que se esmeran en atender a los pacientes? tal como lo denunció la Licencia Malavé. Ese proceder es reprochable desde todo punto de vista, porque para comenzar, los líderes de un país deberían profesar con el ejemplo y resulta que lo que están haciendo los señores del régimen es todo lo contrario. 

 

Y todo eso está pasando en un país inmensamente rico. Un país que da para las noticias más escandalosas en materia de corrupción, como esa reciente que se le adjudicó a un banquero de origen suizo que echó el cuento de las dos cuentas bancarias que le pidieron abriera a dos chamos, cada una por cien palos verdes, como dicen los comerciantes de Valle de La Pascua, cuando se refieren a los dólares estadounidenses. Y la verdad es que esos doscientos millones de dólares “pá los chamos”, es como una burbujita de espuma en medio del océano de petrodólares robados a la nación. Y sin embargo en este país cuya ciudadanía debería estar flotando en paz y progreso, mas bien se hunde y se hunde en un desastre humanitario que no se termina de parar y menos de remediar.

 

Lo indignante, lo que nos produce la impotencia más grande que uno pueda experimentar, es que Maduro sabe lo que está pasando, él está al corriente de los miles de fallecidos y sin embargo no hace nada para evitarlo, más bien incurre en la locura de tomar medidas que contrarían las normas elementales que se han impartido para contener la pandemia. Pero lo peor es que ni hace nada, pero tampoco deja hacer, como decía mi abuela Emelina Ismayel “ni lava, ni presta la batea”. 

 

Carlos Ismayel

@CYsmayel

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