La Semana Santa, que recuerda el sacrificio de Cristo en la cruz, es una época de reflexión aunque para muchos fieles se ha convertido en un espacio de descanso y disfrute familiar, a pesar de que la pandemia del coronavirus ha traído muchas restricciones de movilización.
Millones de cristianos guardan en esos días santos un espacio para reflexionar sobre el significado de la muerte del Señor en la reconciliación y en el restablecimiento de las relaciones con Dios a través de su hijo.
El Sábado Santo es el segundo día y medio del Triduo Pascual, que concluye el domingo de Resurrección culminando así para los cristianos la Semana Santa. Tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz, se espera el momento en el que Jesucristo vence la muerte, explica la Revista Semana.
Se trata entonces de un día de luto y de silencio, por lo que no hay celebración eucarística. En la Iglesia católica también se conmemora la Soledad de María después de llevar al sepulcro a Cristo, quedando en compañía del Apóstol Juan.
Hasta la reforma litúrgica de la Semana Santa promovida por el papa Pío XII (encargada en 1955 a Monseñor Annibal Bugnini) se le llamaba a este día Sábado de Gloria, pues la celebración de la Resurrección (la Vigilia Pascual) tenía lugar en la mañana del sábado, debido a la norma del ayuno preparatorio a la comunión sacramental desde la medianoche precedente. Considerando que el Viernes Santo ya había sido día de ayuno, era excesivo prolongarlo un día más casi completo.
En 1951 Pío XII permitió, mediante el decreto “Dominicae Resurrectionis” del 9 de febrero que la vigilia se realizara de noche, lo que fue obligatorio tras el decreto “Maxima Redemptionis” de 16 de noviembre de 1955.
Desde entonces esa Vigilia se celebra más razonablemente en horas de la noche, el Sábado Santo queda para los católicos más como un día de espera, expectante por la gran celebración que tendrá lugar unas horas más tarde. Esto se vio facilitado también por la reforma al ayuno preparatorio a tres horas antes de comulgar. El Concilio Vaticano II actualmente tiene fijado el ayuno en una hora antes de la comunión.
En algunas comunidades se realiza durante la noche la bendición del fuego y del agua. Este día la comunión solo se puede dar como viático, las parejas cristianas no se pueden casar, ni se puede administrar otro sacramento, con excepción de la penitencia y la Unción de los Enfermos.
Sin embargo, las puertas de la iglesia permanecen abiertas y no se encienden las luces. También se conmemora la Soledad de María, recordando el momento que lleva el cuerpo de Jesús al sepulcro.
Aunque no se celebra ningún rito oficial durante el día, se suelen realizar algunos retiros espirituales, y en muchos lugares también los sacerdotes durante el día atienden confesiones. También es costumbre en algunos templos el rezo de la Liturgia de las Horas por parte de los clérigos con participación de fieles seglares.
El Universal