Venezuela: “Potencia energética a media maquina”. Por José Antonio Robles

Los venezolanos tenemos una relación un poco incómoda con el petróleo. Es nuestro recurso más abundante y tenemos las mayores reservas del planeta. Sin embargo, el mal manejo del petróleo también ha conllevado a la corrupción política, generado ciclos inestables de auges y caídas, y creado una mentalidad rentista que distorsiona la relación entre los ciudadanos y el Estado. Creemos que es tiempo de revertir este paradigma. Cualquier agenda para sobreponernos a la devastación económica de Venezuela debe comenzar con el sector energético.

Venezuela es un país bendito por la providencia, al ser altas y variadas sus fuentes de energía, con las cuales le puede permitir satisfacer sus necesidades y exportar excedentes para así poder disponer de divisas. Esa base le permitió en el siglo XX crear un valioso estamento industrial, y financiar la construcción de infraestructura, vías de comunicación, escuelas y hospitales, tan necesarias para cumplir necesidades primordiales de la población.

Desde la perspectiva social, la disponibilidad y calidad de los servicios energéticos y la calidad de vida de la población, esta es una relación muy importante. Los servicios de energía son clave para mejorar las condiciones de vida en los hogares y en los sitios de trabajo; tienen incidencia directa en el bienestar y la salud entre otras razones por permitir la refrigeración de los alimentos y contribuir a eliminar la contaminación dentro del hogar por sustitución de la leña como combustible para cocinar; el uso de tecnologías médicas avanzadas; el suministro de agua cuando esta no es asequible por gravedad; la iluminación requerida para poder estudiar y educarse mejor cuando la luz del día oscurece y para transportarse y comunicarse, entre otros muchas ventajas. Si se gráfica, por ejemplo, la relación entre el índice de desarrollo humano (IDH) de las Naciones Unidas, para cada país y el consumo energético de la población, en términos per cápita, se observa una correlación bien definida.

Continuando con lo anteriormente dicho, la disponibilidad y acceso a la energía constituye uno de los requisitos esenciales para el desarrollo de los países. En efecto, la energía es la fuerza primaria que activa todas las actividades económicas y sociales. Si además, los países disponen de recursos naturales energéticos propios, puede anticiparse que existen condiciones favorables para alcanzar tasas de crecimiento económico deseables, siempre que además se conjuguen otros factores de carácter: institucional, social, técnicos y las políticas públicas apropiadas.

Según la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, la nación puede generar 36.561 megavatios por segundo, pero la satisfacción de demanda es de apenas 14.000 megavatios en el mismo lapso, lo que representa que el sistema eléctrico en uso en Venezuela es de apenas 38,2% de su capacidad. Prácticamente podemos decir que energéticamente estamos a media máquina. Todo esto como resultado que desde hace 22 años se inició en Venezuela la instalación de un modelo político, económico y social con un objetivo ideológico de corte comunista, que ha traído como consecuencia la ineficiencia, atraso, corrupción, inflación, desnutrición y enfermedades en la población y un éxodo migratorio sin precedentes de más de 6 millones de personas.

La empresa estatal encargada en el país de la generación, transmisión, distribución y comercialización de potencia y energía eléctrica (CORPOELEC), presenta una situación en donde se puede decir que esta: económicamente quebrada, presenta un alto grado de endeudamiento, falta de personal gerencial, exceso de trabajadores (37.000), burocracia excesiva, nepotismo, desprecio a la actividad gerencial, personal desmotivado y sin competencias, decisiones centralizadas y politizadas, corrupción, contratos colectivos incumplidos y vencidos. Por tal razón, la misma tiene una gestión ineficiente e ineficaz falta de planificación, bajísima productividad, pobre capacidad de ejecución, racionamientos continuos, interrupciones (frecuencia–duración), retraso, obsolescencia tecnológica y una facturación comercial ineficiente y viciada “Energía no facturada = 90% Energía térmica generada”.

Pérdidas millonarias producto de los apagones y fluctuaciones

En Venezuela prácticamente es imposible reponer los equipos y electrodomésticos dañados que genera la crisis e inestabilidad del servicio eléctrico, porque el venezolano perdió la capacidad de ahorro y según la consultora Ecoanálitica, las pérdidas por el apagón general afectaron 23 estados del país, en marzo de 2019 ascendió «a 875 millones de dólares». Al restablecerse el servicio de energía se registran fluctuaciones que dañan los equipos. Los más afectados son neveras, aires acondicionados, microondas y televisores. Una nevera puede costar mínimo de 450 dólares y un televisor 270 dólares, de acuerdo estudios de mercado.

En estos momentos no se cuenta con una estadística exacta de cuanto pueden ser las pérdidas o daños causados por los apagones y fluctuaciones eléctricas. Pero si hacemos un pequeño calculo a manera de ejercicio, solo para tener un aproximado, empezaríamos por determinar cuántos hogares o viviendas existen hoy en Venezuela. Según el Censo de 2011 se empadronaron 8.216.443 viviendas y si determinamos que en promedio anual se quema un electrodoméstico por cada dos viviendas, en donde promedio cada electrodoméstico tiene un valor de 150 dólares, nos da como resultado un total de 616 millones de dólares, sin contar comercios, industrias e instituciones públicas del Estado.

Pero, según todo esto ¿Quién debe pagar los electrodomésticos dañados por los apagones y fluctuaciones en Venezuela? Según nuestras Leyes le corresponde al prestador del servicio “responder por todos los daños que ocasiona a los usuarios ante las interrupciones o fallas eléctricas”. Es que la Ley orgánica del sector eléctrico así lo establece. Obtener de la empresa proveedora del servicio eléctrico una compensación adecuada cuando la calidad del servicio no cumpla con las normas de calidad del servicio eléctrico que dicte la Comisión nacional de electricidad, y el resarcimiento de los daños causados por fallas en el suministro de electricidad. CORPOELEC debería responder por todos los artefactos que se les dañan a los ciudadanos. Además, como empresa pública “tiene una responsabilidad adicional”, porque la Constitución establece que el Estado debe responder “por todos los daños que ocasiona a los ciudadanos bajo su administración”.

En el país existe un Comité de afectados por los apagones, que ha llevado las miles de denuncias a CORPOELEC, pero está casi nunca responde ante los reclamos y solo queda demandar; pero los usuarios, al no indemnizarlos, se cansan y no quieren seguir la acción por lo costoso y dilatorio que esta resulta. También existe otra figura que tiene facultad expresa para defender en acciones colectivas a todos los ciudadanos: el defensor del pueblo. Debería ser el defensor del pueblo quien ejerciera la defensa de los ciudadanos, aunque en estas condiciones políticas y la falta de estado de derecho parece difícil que una instancia señale a otra por violar los derechos de usuarios y consumidores.

Venezuela tiene gran potencial para el desarrollo de energías renovables

Estas fuentes de energía renovable se originan de una fuente natural, inagotable para nuestra escala, como el sol, el viento, el agua o la Tierra misma: energía solar, eólica, hidráulica, biomasa y geotérmica, respectivamente. Siendo fuentes de energía alternativas distintas a las consideradas tradicionales, como la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural). En el caso de Venezuela, ya tenemos una gran parte del sistema eléctrico proveniente de una energía renovable, como es la hidroeléctrica, pero es conveniente intensificar la conclusión de las represas cuya construcción está detenida.

En el país se han dado inicios para la generación eléctrica eólica mediante la construcción dos grandes parques eólicos con una capacidad inicial de 25 MW y 75 MW en Paraguaná y la Guajira, con una inversión cercana a los 400 millones de dólares, según fuentes oficiales, pero como casi todo en este gobierno la ineficiencia y corrupción acabo con la esperanza.

De acuerdo al mapa solar y eólico del Atlas Global de Energía Renovable (IRENA), en Venezuela hay un gran potencial para la generación de energía limpia. La razón son las altas velocidades de los vientos: entre 8 y 9 metros por segundo en muchas zonas del oriente, centro-norte, sur y occidente del país. A éstas se suma un potencial solar promedio de 236 watts/m2 en todo el país, un buen número si se considera que ese mismo mapa registra 276 watts/m2 para el desierto de Atacama en Chile, la zona con mayor potencial de energía solar en todo el continente. Este potencial de energías renovables abarca toda la geografía venezolana: desde la Isla de Margarita y la Península de Paria en el extremo oriente, pasando por el densamente poblado centro-norte y llegando incluso a zonas de la cordillera de los Andes y el sur. Pero los más altos registros están en los estados más noroccidentales, como Zulia y Falcón.

El desarrollo de las fuentes renovables en Venezuela requiere de una política impulsora y de estímulo a la inversión en estas fuentes, con incentivos fiscales y cambiarios para la importación de equipos; asimismo, es necesario el desarrollo de normas técnicas para la operación y mantenimiento de los sistemas de generación y conexión a la red, el establecimiento de un marco legal, el fortalecimiento de las incipientes iniciativas existentes de programas de formación e investigación básica y aplicada que adelantan algunas universidades y centros de Investigación, y la eliminación progresiva de los subsidios a los combustibles fósiles. Ante todo, nace la idea de generar una solución ante la problemática, sin dejar a un lado la participación de otros mecanismos de generación, proponiendo así un modelo que integre a las otras fuentes de generación y de gran importancia como lo son; las termoeléctricas, hidroeléctricas, ciclos combinados, eólicas y a su vez la energía solar, esto se le llama distribución de energía compartida. En materia de energía hay mucho por hacer, pero no existe la suficiente voluntad política para ello.

Ante todo, lo planteado recientemente la comisión del Plan País presentó su propuesta de energías renovables para aplicar en Venezuela, una vez se recupere la institucionalidad democrática en Venezuela. Esto dará la posibilidad de tomar las medidas necesarias para enfrentar de manera eficaz los retos que se planta el país.

Arq. Abg. José Antonio Robles | E-mail: joseroblesp@gmail.com

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