Bukele lo ha dicho. Por Leandro Rodríguez

El actual Presidente de El Salvador se encuentra en el ojo del huracán mundial tras realizar acciones que, según muchos analistas, colocan en riesgo la democracia de ese país, ha logrado destituir jueces y al Fiscal General bajo pretexto de “limpiar” la institucionalidad de esa nación centroamericana. Es inevitable comparar su acción con el caso venezolano, pues se teme el garrotismo con que actúa Bukele se emparente con el chavismo.

En febrero de 2020 Bukele asaltó el parlamento nacional con militares y policías fuertemente armados para exigir a los diputados el voto a favor de un préstamo para financiar su plan contra las pandillas, amenazando con insurrección popular sí el legislativo no cedía, pensamos ese abominable hecho debió haberle costado su cargo, lamentablemente, las democracias latinoamericanas son inmaduras, ese evento (des)institucional no fue penado.

Ahora en mayo 2021, el parlamento nacional (mayoría de Bukele) vota a favor de la destitución de jueces y del fiscal general, este evento provocó innumerables condenas nacionales e internacionales por quienes consideran dicha decisión atenta contra la independencia de poderes, además por forzarse su sustento legal. Ante estos eventos, Bukele se dirigió a la comunidad internacional vía Twitter, asegurando «Estamos limpiando nuestra casa… y eso no es de su incumbencia».

De este modo, opinamos, no importa cuáles sean las excusas, toda infracción a la ley cometida por cualquier persona debe ser castigada inflexiblemente, máxime cuando estas violaciones son cometidas por funcionarios públicos. Observamos cómo en los países nórdicos o el mismo Japón, la sola presunción de un delito contra algún funcionario acarrea, al menos, la separación del cargo hasta tanto se aclare el hecho, muchos renuncian para resguardar la honorabilidad de la institucionalidad… una diferencia abismal con las democracias latinas.

Lo complejo de todo esto es que, suponiendo Bukele tenga la razón en cuanto a la existencia de una institucionalidad viciada, ajena al interés nacional, ninguna persona debe autoconferirse la santidad, el mesianismo, situarse por encima de la ley y obrar por encima de ella. Basta ver cómo han terminado este tipo de experimentos, generalmente en regímenes totalitarios. Es muy temprano para saber cómo terminará la gesta de Bukele, pero existe honda preocupación internacional basada en las innumerables experiencias previas, pues en política lo que comienza mal, mal terminal.

Ahora bien, recientemente Bukele fustigó a Julio Borges porque éste último condenó las acciones del presidente salvadoreño, el líder centroamericano respondió en un contundente tweet lo siguiente: “Sí ustedes quieren llegar al poder para dejar al Fiscal de Maduro y a la Corte de Maduro, mejor díganle al pueblo la verdad. Díganles que apoyarlos a ustedes es igual que apoyar a Maduro”. 

La gran diferencia es que Bukele llegó al poder democráticamente, mientras en Venezuela existe ruptura del hilo constitucional/democrático, al menos, desde 2013. Y aunque los escenarios aún son distintos, Bukele ha dicho una gran verdad: El chavismo no es una figura, Chávez murió y su proyecto continúa al pie de la letra. Creer el chavismo depende de una persona es un error garrafal, depende de toda su estructura, del régimen en pleno, de los poderes que preserva a través de la violencia institucionalizada. 

 

Leandro Rodríguez

@leandrotango 

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